CUSCO, PLAZUELA DE SAN BLAS (JULIO ’96)

Publicado: 7 de abril, 2008 en Delirios
 
La liturgia era completa. No sólo hablaba sino que acompañaba su verborrea con el histriónico aspaviento y la variada gesticulación del charlatán recorrido, como nadie excepto un consumado actor puede hacer hacerlo: “Señoras y señores, damas y caballeros, bellas señoritas que nos acompañan y culto publico, en general… las múltiples dolencias que afectan a la vida humana han sido a través de largos y numerosos siglos estudiadas por los hombres a quienes el destino marcó bajo el signo de la sabiduría… en lejanos piases del extranjero y de Asia, ya en épocas milenarias se sabia que la curación de todas aquellas dolencias se encontraba en alguna parte del mundo y buscaba inútilmente el remedio eficaz que pusiera fin al dolor humano y al sufrimiento de los seres… No desmerecemos los esfuerzos de la ciencia ni rechazamos las medicinas que nos ofrecen para el alivio de los males ya citados, tales como reumatismo, artritis, tuberculosis, infecciones de la piel, dolores de cabeza y de cuerpo, problemas estomacales y digestivos, fiebre y tantos otros que seria largo enumerar y muchos de los cuales ustedes ni siquiera conocen, aunque no están libres de ellos… no negamos que los científicos han hecho un noble y generosos aporte en la lucha que todos llevamos adelante contra el sufrimiento de la humanidad, pero tampoco es justo que ese reconocimiento a la ciencia nos haga pasar por alto la sabiduría natural de nuestros antiguos pueblos de la selva amazónica, que descubrieron hace varios de cientos de miles de años la manera de vivir mucho más, más sanos y más fuertes que los hombres de esto que llamamos civilización… ¿Cómo… con qué? ¡Muy sencillo, señoras y señores, damas y caballeros y jóvenes de ambos sexos, así como publico en general…! ¿Ven ustedes el pequeño recipiente que tengo entre las manos… ven su contenido transparente y lleno de pureza… sienten el aroma penetrante y revitalizador que llega a los pulmones, limpiando los bronquios y la sangre? ¡Este es el remedio universal, descubierto por los antiguos pueblos de nuestra bella selva amazónica… esta es la pomada milagrosa, el ungüento que ha curado durante milenios a los habitantes de las tribus selváticas… el cacique Parucu murió a los 105 años y sin embargo, sufrió de tuberculosis a los quince…! Y no sólo para estas enfermedades sencillas es efectivo y fabuloso el maravilloso el ungüento que tengo entre las manos sino para todo tipo de dolor, dolencia, malestar o síntoma. Nada hay en el planeta… lo digo yo, que he viajado por todo el mundo, parecido a esta pomada incomparable, que no vale como ustedes pueden imaginar, una fortuna… ¿Vale acaso quinientos soles… cuatrocientos… doscientos, como seria de imaginar? ¿Vale cien, cincuenta? No, señoras y señores, dama y caballeros y niños, culto público presente… no se trata de hacer negocio con la salud humana… este maravilloso ungüento no vale una fortuna, al contrario, apenas la módica suma de cinco soles, para que este al alcance de la humanidad doliente, sin distinción de credos, razas o ideas políticas… ¿quién dijo dos… quien dijo tres…? Allá, la señora desea un par… muy amable… ¿quién dijo cuatro… por allá? Aquí tiene… ¿quién pidió más… quien…?”. Ante mi asombro, pude descubrir que yo mismo había comprado el maravilloso ungüento. Pero lo más inexplicable es que no recuerdo en que momento. De igual manera, se lo regalé a mi mamá.

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