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Extracto del libro LAS VENAS ABIERTAS DE AMÉRICA LATINA de Eduardo Galeano. Ediciones Del Chanchito, VII Edición, Uruguay, Abril de 2004, pag. 212.

La historia del salitre, su auge y su caída, resulta muy ilustrativa de la duración ilusoria de las prosperidades latinoamericanas en el mercado mundial: el siempre efímero soplo de las glorias y el peso siempre perdurable de las catástrofes.

 

A mediados del siglo pasado, las negras profecías de Malthus planeaban sobre el Viejo Mundo. La población europea crecía vertiginosamente y se hacía imprescindible otorgar nueva vida a los suelos cansados para que la producción de alimentos pudiera aumentar en proporción pareja. El guano reveló sus propiedades fertilizantes en los laboratorios británicos; a partir de 1840 comenzó su exportación en gran escala desde la costa peruana. Los alcatraces y las gaviotas, alimentados por los fabulosos cardúmenes de las corrientes que lamen las riberas, habían ido acumulando en las islas y los islotes, desde tiempos inmemoriales, grandes montañas de excrementos ricos en nitrógeno, amoníaco, fosfato y sales alcalinas: el grupo se conservaba puro en las costas sin lluvia de Perú[1].

 

Poco después del lanzamiento internacional del guano, la química agrícola descubrió que eran aún mayores las propiedades nutritivas del salitre, y en 1850 ya se había hecho muy intenso su empleo como abono en los campos europeos. Las tierras del viejo continente dedicadas al cultivo del trigo, empobrecidas por la erosión, recibían ávidamente los cargamentos de nitrato de soda provenientes de las salitreras peruanas de Tarapacá y, luego, de la provincia boliviana de Antofagasta. Gracias al salitre y al guano, que yacían en las costas del pacífico «casi al alcance de los barcos que venían a buscarlos», el fantasma del hambre se alejó de Europa.

 

La oligarquía de Lima, soberbia y presuntuosa como ninguna, continuaba enriqueciéndose a manos llenas y acumulando símbolos de su poder en los palacios y los mausoleos de mármol de Carrara que la capital erguía en medio de los desiertos de arena. Antiguamente a costa de la plata de Potosí, y ahora pasaban a vivir de la mierda de los pájaros y del grumo blanco y brillante de las salitreras. Perú creía que era independiente, pero Inglaterra había ocupado el lugar de España. «El país se sintió rico –escribía Mariátegui–. El Estado usó sin medida de su crédito. Vivió en el derroche, hipotecando su porvenir a las finanzas inglesas». En 1868, según Romero, los gastos y las deudas del Estado ya eran mucho mayores que el valor de las ventas al exterior. Los depósitos de guano servían de garantía a los empréstitos británicos, y Europa jugaba con los precios; la rapiña de los exportadores hacía estragos: lo que la naturaleza había acumulado en las islas a lo largo de milenios se maltrataba en pocos años. Mientras tanto, en las pampas salitreras, cuenta Bermúdez, los obreros sobrevivían en chozas «miserables, apenas más altas que el hombre, hechas con piedras, cascotes de caliche y barro, de un solo recinto».

 

La explotación del salitre rápidamente se entendió hasta la provincia boliviana de Antofagasta, aunque el negocio no era boliviano sino peruano y, más que peruano, chileno. Cuando el gobierno de Bolivia pretendió aplicar un impuesto a las salitreras que operaban en su suelo, los batallones del ejército de Chile invadieron la provincia para no abandonarla jamás. Hasta aquella época, el desierto había oficiado de zona de amortiguación para los conflictos latentes entre Chile, Perú y Bolivia. El salitre desencadenó la pelea. La guerra del pacífico estalló en 1879 y duró hasta 1883. las fuerzas armadas chilenas, que ya en 1879 habían ocupado también los puertos peruanos de la región del salitre, Patillos, Iquique, Pisagua, Junín, entraron por fin victoriosas en Lima, y al día siguiente la fortaleza del Callao se rindió.

 

La derrota provocó la mutilación y la sangría de Perú. La economía nacional perdió sus dos principales recursos, se paralizaron las fuerzas productivas, cayó la moneda, se cerró el crédito exterior[2]. El colapso no trajo consigo, advertiría Mariátegui, una liquidación del pasado: la estructura de la economía colonial permaneció invicta, aunque faltaban sus fuentes de sustentación. Bolivia, por su parte, no se dio cuenta de lo que había perdido con la guerra: la mina de cobre más importante del mundo actual, Chuquicamata, se encuentra precisamente en la provincia, ahora chilena, de Antofagasta. Pero, ¿y los triunfadores?

 

El salitre y el yodo sumaban el cinco por ciento de las rentas del Estado chileno en 1880; diez años después, más de la mitad de los ingresos fiscales provenían de la expropiación de nitrato desde los territorios conquistados. En el mismo período las inversiones inglesas en Chile se triplicaron con creces: la región del salitre de convirtió en una factoría británica. Los ingleses se apoderaron del salitre utilizando procedimientos nada costosos. El gobierno de Perú había expropiado las salitreras en 1875 y las había pagado con bonos; la guerra abatió el valor de estos documentos cinco años después, a la décima parte.

 

Algunos aventureros audaces, como John Thomas North y su socio Robert Harvey, aprovecharon la coyuntura. Mientras los chilenos, los peruanos y los bolivianos intercambiaban balas en el campo de batalla, los ingleses se dedicaban a quedarse con los bonos, gracias a los créditos que el banco de Valparaíso y otros bancos chilenos les proporcionaban sin dificultad alguna. Los soldados estaban peleando para ellos, aunque no lo sabían. El gobierno chileno recompensó inmediatamente el sacrificio de North, Harvey, Inglis, James, Bush, Robertson y otros laboriosos hombres de empresa: en 1881 dispuso la devolución de las salitreras a sus legítimos dueños, cuando ya la mitad de los bonos había pasado a las manos brujas de los especuladores británicos. No había salido ni un penique de Inglaterra para financiar este despojo.

 

Al abrirse la década del ’90, Chile destinaba a Inglaterra las tres cuartas partes de sus exportaciones, y de Inglaterra recibía casi la mitad de sus importaciones; su dependencia comercial era todavía mayor que la que por entonces padecía la India. La guerra había otorgado a Chile el monopolio mundial de los nitratos naturales, pero el rey del salitre era John Thomas North. Una de sus empresas, la Liverpool Nitrate Company, pagaba dividendos del cuarenta por ciento. Este personaje había desembarcado en el puerto de Valparaíso, en 1866, con sólo diez libras esterlinas en el bolsillo de su viejo traje lleno de polvo; treinta años después, los príncipes y los duques, los políticos más prominentes y los grandes industriales se sentaban a la mesa de su mansión en Londres. North se había afiliado, como correspondía a un caballero de sus quilates, al Partido Conservador y a la Logia Masónica de Kent. Lord Dorchester, Lord Randolph Churchill y el Marqués de Stockpole asistían a sus fiestas extravagantes, en las que North bailaba disfrazado de Enrique VIII. Mientras tanto, en su lejano reino del salitre, los obreros chilenos no conocían el descanso los domingos, trabajaban hasta dieciséis horas por día y cobraban sus salarios con fichas que perdían cerca de la mitad de su valor en las pulperías de las empresas.

 

Entre 1886 y 1890, bajo la presidencia de José Manuel Balmaceda, el Estado chileno realizó, dice Ramírez Necochea, «los planes de progreso más ambiciosos de toda su historia». Balmaceda impulsó el desarrollo de algunas industrias, ejecutó importantes obras públicas, renovó la educación, tomó medidas para romper el monopolio de la empresa británica de ferrocarriles en Tarapacá y contrató con Alemania el primer y único empréstito que Chile no recibió de Inglaterra en todo el siglo pasado. En 1888 anunció que era necesario nacionalizar los distritos salitreros mediante la formación de empresas chilenas, y se negó a vender a los ingleses las tierras salitreras de propiedad del estado. Tres años más tarde estalló la guerra civil.

 

North y sus colegas financiaron con holgura a los rebeldes[3] y los barcos británicos de guerra bloquearon la costa de Chile, mientras en Londres la prensa bramaba contra Balmaceda,  «dictador de la peor especie», «carnicero». Derrotado, Balmaceda se suicidó. El embajador inglés informó al Foreing Office: «La comunidad británica no hace secretos de su satisfacción por la caída de Balmaceda, cuyo triunfo, se cree, habría implicado serios perjuicios a los intereses comerciales británicos». De inmediato se vinieron abajo las inversiones estatales en caminos, ferrocarriles, colonización, educación y obras públicas a la par que las empresas británicas extendían sus dominios.

 

En vísperas de la primera guerra mundial, dos tercios del ingreso nacional de Chile provenían de la exportación de los nitratos, pero la pampa salitrera era más ancha y ajena que nunca. La prosperidad no había servido para desarrollar y diversificar el país, sino que había acentuado por el contrario, sus deformaciones estructurales. Chile funcionaba como un apéndice de la economía británica: el más importante proveedor de abonos del mercado europeo no tenía derecho a la vida propia. Y entonces un químico alemán derrotó, desde su laboratorio, a los generales que habían triunfado, años atrás, en los campos de batalla. El perfeccionamiento del proceso Haber-Bosch para producir nitratos fijando el nitrógeno del aire, desplazó al salitre definitivamente y provocó la estrepitosa caída de la economía chilena. La crisis del salitre fue la crisis de Chile, honda herida, porque Chile vivía del salitre y para el salitre –y el salitre estaba en manos extranjeras.

 

En el reseco desierto de Tamarugal, donde los resplandores de la tierra le queman a uno los ojos, he sido testigo del arrasamiento de Tarapacá. Aquí había ciento veinte oficinas salitreras en la época del auge, y ahora sólo queda una oficina en funcionamiento. En la pampa no hay humedad ni polillas, de modo que no sólo se vendieron las máquinas como chatarra, sino también las tablas de pino de Oregón de las mejores casas, las planchas de calamina y hasta los pernos y los clavos intactos. Surgieron obreros especializados en desarmar pueblos: eran los únicos que conseguían trabajo en estas inmensidades arrasadas o abandonadas. He visto los escombros y los agujeros, los pueblos fantasmas, las vías muertas de la Nitrate Railways, los hilos ya mudos de los telégrafos, los esqueletos de las oficinas salitreras despedazadas por el bombardeo de los años, los cruces de los cementerios que el viento frío golpea por las noches, los cerros blanquecinos que los desperdicios del caliche habían ido irguiendo junto a las excavaciones. «Aquí corría el dinero y todos creían que no se terminaría nunca», me han contado los lugareños que sobreviven. El pasado parece un paraíso por oposición al presente, y hasta los domingos, que en 1889 todavía no existían para los trabajadores, y que luego fueron conquistados a brazo partido por la lucha gremial, se recuerdan con todos los fulgores: «Cada domingo en la pampa salitrera –me contaba un viejo muy viejo– era para nosotros una fiesta nacional, un nuevo dieciocho de septiembre cada semana» Iquique, el mayor puerto del salitre, «puerto de primera» según su galardón oficial, había sido el escenario de más de una matanza de obreros, pero a su teatro municipal, de estilo Belle Epoque, llegaban los mejores cantantes de la ópera europea antes que a Santiago.

 

 

 

[1] Ernst Samhaber, Sudamérica, biografía de un continente, Buenos Aires, 1946. Las aves guaneras son las más valiosas del mundo, escribía Robert Cushman Murphy mucho después del auge, “por su rendimiento en dólares por cada digestión”. Están por encima, decía, del ruiseñor de Shakespeare que cantaba en el balcón de Julieta, por encima de la paloma que voló sobre el arca de Noé y, desde luego, de la triste golondrina de Bécquer.
 
[2] Perú perdió la provincia salitrera de Tarapacá y algunas importantes guaneras, pero conservó los yacimientos de guano de la costa norte. El guano seguía siendo el fertilizante principal de la agricultura peruana, hasta que a partir de 1960 el auge de la harina de pescado aniquiló a los alcatraces y a las gaviotas. Las empresas pesqueras, en su mayoría norteamericanas, arrasaron rápidamente los bancos de anchovetas cercanos a la costa, para alimentar con harina peruana a los cerdos y aves de Estados Unidos y Europa, y los pájaros guaneros salían a perseguir a los pescadores, cada vez más lejos, mar afuera. Sin resistencia para el regreso, caían al mar. Otros no se iban, y así podían verse, en 1962 y en 1963, las bandadas de alcatraces persiguiendo comida por la avenida principal de Lima: cuando ya no podían levantar vuelo, los alcatraces quedaban muertos en las calles.
 
[3] El congreso encabezaba la oposición al presidente, y era notoria la debilidad que muchos de sus miembros sentían por las libras esterlinas. El soborno de chilenos era, según los ingleses, “una costumbre del país”. Así lo definió en 1897 Robert Harvey, el socio de North, durante el juicio que algunos pequeños accionistas entablaron contra él y otros directores de The Nitrate Railways Co. Explicando el desembolso de cien mil libras con fines de soborno, dijo Harvey: “La administración pública en Chile, como Ud. sabe, es muy corrompida … No digo que sea necesario cohechar jueces, pero creo que muchos miembros del Senado, escasos de recursos, sacaron algún beneficio de parte de ese dinero a cambio de sus votos; y que sirvió para impedir que el gobierno se negara en absoluto a oír protestas y reclamaciones …” (Hernán Ramírez Necochea, Balmaceda y la contrarrevolución de 1891, Santiago de Chile, 1969.

 

NOTA DEL BLOGGER:

La verdad, es como la hoja de una espada sin empuñadura,

corta por todos lados a quien quiera sostenerla,

y más a quien quiera forcejear con ella.

Este libro, escrito en los años 70, fue objeto de persecuciones por la censura, y muchas veces justificó la desaparición de gente y se fue convirtiendo a fuerza de ser nombrado, en un inalcanzable objeto del deseo de quienes por mil causas no pudimos llegar hasta su contenido. Muchas cosas han ocurrido desde que fue escrito, y ahora después de treinta años, todas ellas continúan vigentes y resultan claras frente a lo expresado en él. También han ocurrido otras cosas que no estaban previstas, ya que el autor no es un profeta del futuro, sino un objetivo cronista de su época. Es sólo comparar lo que él relata, y que no se podía manifestar en esa época, con lo que pasa actualmente, y que tampoco podemos manifestar, y comenzaremos a vislumbrar donde se halla la verdad.

De acuerdo con el autor, y la certeza de lo que aconteció, y de su visión de cómo se manipulan las leyes y las intervenciones del imperio en los demás países, es fácil inferir que la actualmente llamada ley antiterrorismo de los yanquis, que les facilita o justifica cualquier intervención en cualquier país es solamente una excusa más, que será utilizada en contra de cualquier manifestación cultural, por inocente que sea, si no se encuadra con sus intereses y criterios, de forma que si no comienza ya a crecer un movimiento underground de resistencia, el futuro del hombre sólo podrá ser comparable a las hormigas. El imperio decidirá si tanta población en tal país es adecuada, y en respuesta a sus intereses, desatará indiferente, una epidemia de algo, que sólo respetará lo que el imperio decida, y como tiene capacidad para designar genéticamente que es lo que quiere o le conviene conservar, y hacer la selección de acuerdo con sus propios padrones, nos encontraremos que el sueño de la raza superior de los nazis se está volviendo una deprimente realidad con quienes los vencieron.

Independientemente del hecho que copiar este libro signifique un robo, un acto de piratería o una actitud quijotesca, estimo que el propósito del autor fue que se conocieran los hechos de alguna forma, y ¿qué mayor daño hacia su obra, que la destrucción sistemática de la expresión de su pensamiento efectuada por la represión? Al copiarlo en forma clandestina, y darlo a conocer, no hago más que oponerme a quienes no quisieron que yo también tuviese el derecho de conocer lo que ellos conocieron antes. Y la oposición a lo que no quiero es mi derecho, por eso brindo esta copia clandestina a los hispanoparlantes de América. Ergo, descarguénlo aquí: http://bit.ly/2HdIzcD

José Luis19

 

 
 
 

RENACE EL CAPITAL… DE MARX

Publicado: 25 de enero, 2009 en Anarkías
 
Por Paul Laurent [plaurent@acrata.org]

Síntomas de los tiempos en los que vivimos, el Zeitgeist del que Goethe se burlaba a sus anchas: un despacho de una agencia de noticias alemana refiere que las ventas de El Capital de Karl Marx han aumentado considerablemente a raíz de la presente crisis financiera internacional. Ello no es de extrañar, sobre todo si advertimos que desde izquierdas (Lula y los Kirchner) a derechas (Bush y Zarkozy) se señala que estamos ante el definitivo colapso del laissez-faire, laissez-passer. Sin duda, la apocalíptica monserga que reza que el capitalismo ha entrado en definitiva descomposición se activa por enésima vez. Que el Estado regulador haya fracasado nuevamente se toma como palpable muestra de que el mercado no puede regirse por sí solo. ¿Leyó bien? ¿Captan la incoherencia? Cómo puede naufragar lo que nunca ha estado en la mar. Obviamente, cómo sostener que el librecambio ha demostrado “graves falencias” si es que por sobre él han primado las demandas gubernamentales.
 
Empero, estas razones no se ven, no se oyen, no se leen. La prensa mundial no hace eco de pareceres de esta traza. Se prefiere el embuste conceptual y la argumentación falaz antes que entrar a desmenuzar cada una de las frases y palabras de los que proclaman febrilmente el fin del capitalismo.
 
Pasión pura, ceguera. Son los coros de quien juzgaba que el orden burgués es funesto por llevar en su seno la apetencia por el lucro y la competencia, soportes que lo vuelven todo impredecible. Para un liberal la imposibilidad de predecir es muestra de la inutilidad de todo control sobre los hombres y sus haciendas. Mas para los que disienten de los mercados libres tal situación es altamente nociva. ¿Por antisocial?
 
Bueno, exactamente ello fue lo que Marx (y Engels) expresó en el Manifiesto Comunista de 1847. Fíjense en el año, pues el padre del comunismo científico recién se trasladaría a Inglaterra en la década del cincuenta de esa centuria. Es decir, su programa político era previo a sus “profundos” estudios económicos. Estudios básicamente labrados a su llegada a Londres, ciudad donde viviría por el resto de su vida. Cortesía de su amigo Friedrich.
 
En la capital inglesa Marx se vuelve asiduo a las salas de lectura del Museo Británico. Es más, en su generosa biblioteca redactaría buena parte de su obra máxima, Das Kapital. Descubriendo directa o indirectamente a los economistas de la escuela clásica, el filósofo alemán buscaría en ellos las más claras justificaciones a sus previos juicios colectivistas. Tal es como asume la teoría objetiva del valor del autor de La Riqueza de las Naciones, desde la cual se señala que un bien vale no por la necesidad del que lo desea, sino por los costes producción, incluida la mano de obra invertida en su elaboración.
 
Como antes Smith y los fisiócratas (con su prix necessarie), también David Ricardo teorizaría extensamente sobre el tema. Como teórico posterior a Smith, Ricardo estuvo más cerca las primeras generaciones de pensadores del XIX. Quizá desde él buena parte de las reivindicaciones socialistas inglesas hayan encontrado “respaldo” académico. Por lo pronto la defensa del producto íntegro del trabajo obrero calzaba perfectamente con esta fórmula. Sin embargo, en ese mismo momento se estaba dando inicio a un completo replanteamiento teórico de la economía. De ello Marx no se enteró cuando publicó en 1859 Contribución a la Crítica de la Economía Política y Fundamentos de la Crítica de la Economía Política. Ni tampoco supo nada cuando dio inicio (alrededor de 1862) a la elaboración del primer volumen de El Capital (1867). Nuevos aportes a aquella ciencia estaban tornando anacrónica a la propuesta que comenzaba a esbozar sobre el papel.
 
Por ejemplo, en 1854 Gossen argumentaba, en El Desarrollo de las Leyes del Cambio Humano, la improcedencia de todo anhelo totalitario desde el proceso económico. Este compatriota de Marx juzgaba que era absurdo concebir que desde el poder político se pueda concebir cada una de las necesidades de la gente. Tal parecer no era ninguna novedad, lo que sí lo fue es que Gossen lo lanzaba directamente contra el sistema que repudiaba la propiedad privada: el comunismo. A su entender, únicamente a través del régimen de propiedad privada es posible hallar el óptimo de lo que habrá de producirse.
 
Valgan verdades, Gossen pasó desapercibido. Un par de décadas después Jevons reeditaría su trabajo, rescatándolo del olvido. Ya para entonces estábamos en plena la aparición de una nueva generación de economistas. Son los días aurorales de la revolución marginalista, desde donde se señala la relevancia que tiene el factor subjetivo al momento de elegir en el mercado. Después de Gossen vendrían Jevons con su Teoría de Economía Política, Menger con sus Principios de Economía Política y Walras con sus Elementos de Economía Pura. Los dos primeros trabajos datan de 1871, y el tercero de 1874; en todos se incide en la constitucional relevancia que tiene el aspecto psicológico en la formación del precio. Ahora ninguno de éstos pasará desapercibido.
 
Por los tiempos en que ello sucedía y el impacto de lo planteado, Hayek intuye que la lectura de los aportes de Jevons y Menger hizo que Marx renuncie a seguir con la redacción de El Capital. ¿Un síntoma de inteligencia? El Premio Nobel de Economía 1974 entiende que sí, por lo tanto duro castigo para sus seguidores. Ya suficiente se tenía con digerir la tediosa prosa del mentor como para involucrarse con los farragosos discursos de los exégetas.
 
Con mayor razón, el desfase se radicalizó cuando póstumamente (1885 y 1894) aparecieron los siguientes dos tomos de su magnus opus. Aunque claro, ello no fue culpa de Marx (muerto en 1883). Engels quería perpetuar la memoria de su admirado amigo, protegido compatriota y camarada. Fue él quien llevó a cabo la tarea de “terminar” el resto de El Capital, y si tenía que proceder a “actualizar” lo anteriormente proferido en beneficio de las nuevas ideas, lo haría. En 1895 el italiano Achille Loria (en su L’opera postuma de Carlo Marx) advirtió que contradictoriamente a lo señalado en el primer volumen de El Capital, en el tercero, Marx, Engels o quien sea el que lo redactó, se adscribía a la teoría subjetiva del valor. Digno antepasado de Lenin, que cambiaba el tono de sus escritos al ritmo de los acontecimientos y ofuscaciones.
 
Quizá los dieciséis años que separan la aparición del primer tomo y del segundo sea una señal. Ese fue un tiempo realmente precioso para esa centuria. Periodo en el cual la realidad de Occidente no hizo otra cosa refutar en los hechos las teorías clasistas, seudo-materialistas y mágico-deterministas de Karl Marx. Así es, el mundo que la agnosia del philosophe hegeliano le impedía auscultar no era precisamente el de la hambruna generalizada y la decadencia total. Todo lo contrario, ese mundo se encontraba en plena expansión e integración. Los salarios se elevaron. La capacidad adquisitiva de la población aumentó. El nivel de vida de las masas se elevaba progresivamente.
 
Gracias a las Revolución Industrial gestada a fines del siglo XVIII en Inglaterra, Occidente comenzó a producir bienes y servicios a niveles nunca antes vistos. El flujo de capitales, el tráfico de mercancías, junto con el desplazamiento de seres humanos por todo el planeta, configuraron un concierto social nunca antes conocido. Se vivía en medio del capitalismo (término que Marx jamás empleó), ese orden donde los procesos de intercambio se intensifican, empujando a la par el perfeccionamiento de los medios de comunicación. La navegación a vapor y el ferrocarril entran en escena.
 
He ahí el resultado del camino librecambista que Europa emprendió una vez concluidas las guerras napoleónicas. De la mano de Inglaterra, que dio el play de honor aboliendo paulatinamente los derechos de aduana entre 1852 y 1868, los mercados intensificaron sus antiguos enlaces y conexiones. Las finanzas activan créditos y préstamos de largo plazo. Hay diferentes estilos: Los ingleses preferirán que todo lo manejen los privados; los franceses buscarán alianzas entre los particulares y el Estado, de esa manera se construye el Canal de Suez, con corrupción de por medio. ¿También le llaman a ésto el mal francés? Si cuando al poco tiempo de haberse publicado el Manifiesto Comunista el Viejo Continente se agitó con revoluciones (un ruidoso 1848 en Francia, Alemania y Austria), cuando apareció El Capital (casi veinte años después) la industrialización y las altas finanzas demandaron apertura de fronteras y paz por doquier. El afán de lucro no toleraba la guerra. Aunque muchos buscaron ligarlos, en la práctica demostraron que eran antagónicos. Por lo mismo, las inversiones prosiguen en su vaivén. Desde 1852 la Bolsa de París conoce una actividad inmensa. Más antigua es la de Londres, pero a pesar de su experiencia no deja de sorprenderse ante el nuevo caudal de movidas mercantiles.
 
Se produce para el consumo de las mayorías. La pequeña y mediana propiedad florece. Entre 1873 y 1896 acontece una baja mundial de los precios, la dinámica del librecambio sabrá atesorar esa ocurrencia. El enriquecimiento es un fenómeno general. Los asalariados son cada vez más. Como consecuencia directa de ello aflora el proletariado, compuesto básicamente por campesinos desarraigados. A decir de Hayek (en La Fatal Arrogancia), «una población adicional que nunca habría visto la luz del día si no hubieran surgido nuevas oportunidades de trabajo.» Tal es como las grandes ciudades comienzan a aparecer. Ya en 1860 Nueva York contaba con más de 800.000 habitantes. Ninguna novedad: edades posteriores supieron de ellas, pero como rarezas.
 
Evidentemente, Marx se había quedado en el tiempo. Como Rousseau y su contemporáneo, el papa Pío IX, él también detestaba del progreso. Ya en su manifiesto de 1847 había dicho que la sociedad posee demasiada civilización, demasiados medios de vida, demasiada industria, demasiado comercio. Desde un inicio, abierta ojeriza contra el devenir del mercado. Por ello el resto de su existencia se la pasará evocando las excepciones antes que la regla. Acaso desde su llegada a Inglaterra rememoraría, con honda nostalgia, cada uno de los momentos en los que supo de confabulaciones clandestinas, detenciones policiales y expulsiones. Era un político antes que un pensador, antes que un intelectual.
 
Después del primero volumen de El Capital no volvería a publicar nada referente a asuntos económicos. El padre del moderno determinismo materialista renunciaba a la materia. Su siguiente obra sería producto de la humillación francesa frente a Prusia, La Guerra Civil en Francia (1871). Aquí teorizaría sobre la toma del poder por el proletariado. Le fascinaba la promesa de un orden alternativo dejado por los sucesos de Comuna de París: entre veinte y treinta y cinco mil muertos. Entre las víctimas, el arzobispo de la ciudad. Como dato curioso, la onerosa reparación de guerra impuesta por Bismarck fue pagada rápidamente por los franceses; en el acto compraron los bonos que Thiers mandó emitir para tal fin. La riqueza acumulada lo permitió. Empero, Marx prefería lo anecdótico a lo ordinario. Para él los sucesos de la comuna fueron una confirmación histórica de sus postulados. Luego vendría otro texto eminentemente político, Crítica del Programa de Gotha (1875, publicada póstumamente en 1891). Después, silencio…
 
Sus seguidores han insistido que en el momento de su muerte (el 14 de marzo de 1883) Marx estaba preparando el cuarto volumen de El Capital. Sí, el cuarto. A pesar que en vida sólo publicó el primero, el segundo lo dejó a medio hacer y el tercero ni lo empezó. Dicen que tal volumen (el cuarto en mención) fue el que, una vez revisados, Kautsky sacó a la luz con el título de Teorías de la Plusvalía (1905-1910), ¡en cuatro volúmenes!
 
Ya en este escenario póstumo a Marx, un aplicado alumno de Menger en la Universidad de Viena se encargaría de darle la estocada final a la teoría económica marxista, la que ciertamente se sustentaba en los clásicos. Así es, sería el también profesor austriaco Böhm-Bawerk quien se encargue de demoler los postulados económicos del comunismo moderno partiendo de la noción de “preferencia en el tiempo”: el interés del capital es el precio del intercambio entre bienes presentes y futuros. Se apuntala lo subjetivo. Ello es lo que puntualizó en Capital e Interés, obra desde donde demostraría la irracionalidad de la propuesta marxista. Se alzaría como el mayor crítico de esta corriente, relegándola a lo que siempre fue, un mero credo utópico. Una total regresión.
 
De esta forma, cuando en 1899 Wieser presente Del Valor Natural, donde establece que incluso en un orden social comunista los bienes económicos no cesarían de tener valor, el ciclo se cierra, dejando a la ciencia económica a salvo del discurso marxista. A partir de entonces las diferencias entre pareceres propiamente económicos y políticos serán sencillos de advertir. Empero el marxismo ya no era un referente racional, sino irracional. Un acto de fe. Lo que supuestamente la Ilustración había enterrado. Ilusiones.
 
Diez años antes, en 1889, otro alumno de Menger no tuvo la misma fuerza emocional para desatar entuertos. Antes que combatir optó por rendirse. Dice Mises que el suicidio del archiduque y príncipe heredero a la corona imperial austro-húngara se debió más al pesimismo que le ocasionaban las corrientes antiliberales que a problemas sentimentales. A su entender, no soportó ser testigo del masivo desencanto frente al laissez-faire, laissez-passer. Al igual que Stefan Zweig en 1942, el hijo único del emperador Francisco José I no soportó el desmoronamiento de su mundo… y no es que lo veía, sólo lo sentía. Ambos se suicidaron con las mujeres que amaban. Zweig con su esposa, el príncipe Rodolfo de Habsburgo con su joven amante.
 
En las mentes de muchos, el siglo XIX comienza a fenecer. Lo querían muerto de una vez. Ciertamente el marxismo había capitalizado la furia de los descontentos, reales o imaginarios. El trauma de los que dejaron el campo para ir a las caóticas ciudades era evidente. Como evidente el trauma de los que gozaron de la riqueza de la industrialización. He ahí las sensibilidades de los niños bien. Por doquier, colisionaban emociones. La ruptura psico-generacional fue palmaria. Y de ello se aprovechó el nuevo credo, el mismo que ahora se quiere resucitar para que cure y transforme lo que nunca entendió. Es más, lo que siempre detestó. ¿Ese es el capital que regresa? Sin duda, estamos ante uno de esos disparatados remedios: al puro más estilo del Barón de Münchhausen, el que pretendió salir de un hoyo tirándose de los cabellos. Es cuestión de escoger. Al fin y al cabo, queda demostrado que el mundo es para los que perseveran, para los que no se rinden.

Agradecimientos infinitos a la Unión de Ateos y Libres Pensadores de Cataluña y su genial Bus Ateo. Es reconfortante saber que la Idea aún está vigente.

SOSPECHABAN QUE ERA ÉL PERO ERA OBRA DE DIOS

Publicado: 5 de septiembre, 2008 en Anarkías
 
El padre Cyril Papudov es sospechoso de plantar marihuana en un campo que se encuentra detrás de donde vive. El cura de Bulgaria fue arrestado varias veces, pero la policía nunca lo atrapó cultivando, así que técnicamente no hay forma de probar que no fue Dios el que colocó allí la marihuana. Según el religioso, la planta creció de la nada y él jamás tiró una semilla.
 
La noticia apareció en Yahoo y no encontré una sólo foto del padre Papudov. La policía búlgara está, según el artículo, “vigilando la marihuana” para asegurarse de que el sacerdote no está involucrado.

PORNO PARA RICARDO

Publicado: 4 de septiembre, 2008 en Anarkías

Gorki Pink Letter

Leo una noticia: Metieron preso a uno de los miembros del grupo punk rock cubano Porno Para Ricardo. La policia sacó de su casa a Gorki Águila Carrasco y lo llevó a la comisaría. Intrigado por esta detención denunciada en varios sitios web, entro al sitio de la banda y me entero que ya lo liberaron. Ciertamente me llamó la atención, porque nunca había escuchado ni visto algo acerca del punk rock en Cuba. Un datito: La página web de la banda la hacen desde fuera de Cuba.

   

Al pobre Gorki le encontraron drogas y lo quisieron reventar los comunistas moralistas policiacos. Ahora esta enojado con el gobierno. Me dio gracia ver también que la CNN hace una fiesta con las declaraciones y letras de una banda punk cubana sobre el régimen de Castro. Me gustaría que la CNN muestre todas las bandas punk que hablan del presidente Bush. Entonces, me encuentro con una entrevista a Gorki, la misma aparece en el periódico mexicano Reforma:
1. ¿Cómo es su familia, a qué se dedican y dónde viven sus padres, tiene hermanos, mantiene contacto con ellos? ¿Con quien vive usted?
Gorki: Vivo con mi papá que es del partido y es castrista a morirse, hace poco le dieron una olla y un refrigerador y el dice que no puede traicionar la gloria que se ha vivido y la olla que se le ha regalado.
2. ¿Cuándo nació?
Gorki: Hay un lío con la fecha porque se perdió mi acta de nacimiento y ahora tengo que pedirle un certificado al partido para poder saber cuando nací…estoy seguro que fue después del primero de enero del 59.
3. ¿Cuál es su opinión sobre el Che Guevara?
Gorki: Un asesino.
4. ¿Qué es la Revolución Cubana para usted?
Gorki: Una estafa.
5. ¿Alguna vez ha viajado el extranjero? ¿Le atrae?
Gorki: Sí, pero ya ni me acuerdo si me atrae o no, la celda me borró el recuerdo, estoy sufriendo de estrés post-traumático.
6. ¿Cuál es su opinión sobre Fidel Castro? ¿Cuál sobre George Bush y sobre Estados Unidos?
Gorki: Un tirano ególatra y asesino. A George Bush no me lo han presentado, pero la Red Bull sí, súper cara que es.
7. ¿Qué estudió usted?
Gorki: Tengo una licenciatura en dirección de actoras de películas porno, un master en cursos de magia para el comité central.
8. ¿Admira a alguien, algún músico, escritor, guerrillero? ¿Por qué?
Gorki: En cuanto a músico admiro mucho a Alicia Alonso, escritor Juan Formel y como guerrillero a George Bush.
9. ¿En 2003 usted fue encarcelado y se que después su discurso se volvió más radical, pero podría contarme cómo fue antes?
Gorki: Igual de radical, pero sin música.
10. ¿Qué opina de las canciones de Silvio Rodríguez o Pablo Milanés? ¿Le gustan?
Gorki: Realmente me gustan, lo que no lo confieso mucho porque eso da pie a que después tenga que decir que me gusta Kiki Corona y Sarah González.
11. ¿Por qué le atraen los corridos mexicanos?
Gorki: No, no me atraen, me gustan mucho los corridos mexicanos, sobre todo los Narcocorridos. Si no tuviera un grupo de rock, quizás me hubiera metido a intérprete de música norteña.
12. A usted se le levantó un expediente por peligrosidad, ¿teme volver a la cárcel? ¿Por qué?
Gorki: Por supuesto que sí temo volver a la cárcel, porque debo mantenerme íntegro a mi condición de clase obrera y renegar del servicio de habitación, yacusi, aire acondicionado, caviar, televisión por cable, champagne, Internet entre otras bondades que se disfrutan en la red de hoteles del Ministerio del Interior y la Policía Nacional.
13. ¿En su opinión qué es lo más grave que podría pasarle a usted?
Gorki: Que me de un cólico intestinal en un ómnibus urbano.
14. ¿Qué opina de los conciertos que se realizan en la Tribuna Antiimperialista, donde se critica al gobierno estadounidense y, de alguna manera, se refrenda el apoyo al régimen cubano?
Gorki: Más de la misma mierda.
15. ¿Qué es el rock y el punk para usted?
Gorki: Es como comer bisté y langosta o como que le regalen un paquetón de culeros desechables a una cubana recién parida. Rock y Punk para mí es lo mismo, porque en su surgimiento, el punk trata de volver a la esencia folklórica del rock y regresarlo a la calle, desnudarlo y hacerlo una canción de furia y de diferencia… y una de las cosas que más me atrae del punk es su punto democrático, cualquier persona en un momento específico puede tener como recurso expresivo artístico el Punk, aun cuando no sea músico.
16. En México los grupos de rock, punk o metal realizan en sus letras una crítica al capitalismo y algunos se asumen como seguidores del Che Guevara o de la Revolución Cubana y usted hace lo contrario, ¿cómo explica esto?
Gorki: El capitalismo es tremendamente criticable, al igual que el comunismo y que el socialismo, lo triste es confundir como alternativa algo contrario a lo que tú criticas, para mí defender mis ideas anticastristas no significa que esté implícita mi defensa al capitalismo, en mi opinión estos chicos que defienden a la revolución cubana y al Che, simplemente están confundidos y desinformados.
17. El próximo año se celebran el 50 aniversario de la Revolución Cubana, ¿cuáles han sido los beneficios y perjuicios que usted reconoce a la distancia? ¿Cuáles los ocasionados por el bloqueo estadounidense?
Gorki: Tendría que leerme varias veces el Granma Nacional (no el internacional) para responder esta pregunta. Pero además es un año más que suman 50, esa cifra tan enorme de decadencia y mentiras.

SOLO EXISTE UNA RAZA: LA HUMANA

Publicado: 4 de septiembre, 2008 en Anarkías
 
Rita Levi-Montalcini
Traducción y presentación de José Luis López Bulla. España, julio del 2008.
 
Rita Levi-Montalcini, la importante neurobióloga y Premio Nóbel de Medicina, encabeza un importante manifiesto contra el racismo. A sus noventa y nueve años, ahí está al pie de la idea y en el tajo de la solidaridad. A sus pies, señora. Este blog se honra en reproducir el manifiesto. (A tí, lector: no te importe copiarlo y reproducirlo).
 
I. Las razas humanas no existen. La existencia de las razas humanas es una abstracción que se deriva de una falsa interpretación de pequeñas diferencias físicas, que nuestros sentidos perciben, erróneamente asociadas a diferencias "psicológicas" e interpretadas sobre la base de prejuicios seculares. Estas abstractas subdivisiones, fundadas en la idea de que los humanos constituyen grupos biológica y hereditariamente muy distintos son puras invenciones que siempre se han utilizado para clasificar arbitrariamente hombres y mujeres en "mejores" y "peores" y, de esta manera, discriminar a los últimos (siempre los más débiles), después de haberles achacado que son la clave de todos los males en todos los momentos de crisis.
 
II. La humanidad no está formada por grandes y pequeñas razas. Es, sin embargo y ante todo, una red de personas vinculadas. Es verdad que los seres humanos se juntan en grupos de individuos, comunidades locales, etnias, naciones y civilizaciones. Pero esto no sucede porque tengan los mismos genes sino porque comparten historias de vida, ideales y religiones, costumbres y comportamientos, formas y estilos de vida, incluso culturales. Las agrupaciones nunca son estables a partir de los ADN idénticos; al contrario, están sujetas a profundos cambios históricos: se forman, se transforman, se mezclan, se fragmentan y se disuelven con una rapidez incompatible con los tiempos exigidos por los procesos de selección genética.
 
III. El concepto de raza no tiene significado biológico en la especie humana. El análisis de los ADN humanos ha demostrado que la variabilidad genética en nuestra especie –menores que las de nuestros "primos", los chimpancés, gorilas y orangutanes- está representado sobre todo por diferencias entre personas de la misma población, mientras que son menores las diferencias entre poblaciones y continentes diversos. Los genes de dos individuos de la misma población son, como promedio, ligeramente más similares entre ellos que las de aquellas personas que viven en continentes diversos. Precisamente a causa de estas reducidas diferencias entre poblaciones incluso los científicos racistas nunca definieron cuántas razas constituyen la especie humana, estableciendo unas estimaciones que oscilan entre dos y doscientas razas.
 
IV. Está ya consolidado el carácter falso, construido y pernicioso, del mito racista, de la identificación de la "raza aria" con la imagen de un pueblo belicoso, vencedor, "puro" y "noble" con una buena parte de Europa, India y Asia central como patria y una lengua que en teoría está en la base de las lenguas indo-europeas. Bajo el perfil histórico, resulta extremadamente difícil identificar a los arios, en tanto que pueblo, y la noción de familia lingüística indo-europea que deriva de una clasificación convencional. Por el contrario, los modernos datos arqueológicos indican que Europa fue poblada en el Paleolítico por una población de origen africano y en el Neolítico se sobrepusieron otros inmigrantes provenientes del Próximo Oriente. El origen de los italianos actuales viene de los mismos inmigrantes africanos y meridionales que constituyen hoy el tejido perennemente vivo de Europa. A pesar de ello la dramática originalidad del racismo fascista se debe al aliado nazi la identificación incluso de los italianos con los "arios".
 
V. Es una leyenda que los sesenta millones de italianos de hoy desciendan de familias que habitaron la Italia de hace un milenio. Los mismos romanos construyeron su imperio acogiendo a personas de diversas procedencias, dándoles el estatus de cives romanos. Los fenómenos de mestizaje cultural y social, que caracterizaron la historia de toda la península -pero también los griegos, judíos, africanos, hispanos y los considerados como "bárbaros"- produjeron la híbrido que llamamos cultura italiana. Durante siglos, los italianos -aunque dispersos en el mundo y viviendo en una Italia de pequeños Estados-continuaron identificándose y fueron identificados con esta cultura global y variada, humanística y científica.
 
VI. No existe una raza italiana, sólo existe un pueblo italiano. Italia se unificó como Nación sólo en 1860. Hoy varios millones de italianos, en el pasado emigrantes y con frecuencia concentrados en ciudades y barios extranjeros, se consideran y son italianos. Una de nuestras mayores riquezas es la de haberse mezclado con tantos pueblos y haber intercambiado sus culturas, "cruzándose" física y culturalmente. Atribuir a una inexistente "pureza de sangre" la "nobleza" de la "Nación", significa reducir la homogeneidad de una supuesta componente biológica y a los habitantes actuales del territorio italiano un patrimonio milenio y extendido de culturas.
 
VII. El racismo es simultáneamente homicida y suicida. Los imperios se convirtieron en tales gracias a la convivencia de pueblos y culturas diversas, y se colapsaron cuando se fragmentaron. Así ha ocurrido y sucede en las naciones con las guerras civiles y cuando, para enfrentarse a las crisis, tomaron a las minorías como chivos expiatorios. El racismo es suicida porque no sólo golpea a los que pertenecen a pueblos distintos sino a los mismos que lo practican. La tendencia al odio indiscriminado que lo alimenta se extiende por contagio de ideas a toda alteridad externa o extraña con respecto a una definición cada vez más estrecha de la "normalidad". Agrede a quienes están "fuera de la raya", los "locos", los "pobres de espíritu", los gays y lesbianas, los poetas, los artistas, los escritores alternativos, todos los que no son homologables a tipologías humanas estandard, aunque sean quienes permiten realmente a la humanidad cambiar continuamente y vivir. Todo sistema viviente se mantiene tal si sólo es capaz de cambiar, y nosotros, los seres humanos, cambiamos cada vez menos con los genes y siempre más con los inventos de nuestros "benévolamente desordenados" cerebros.
 
VIII. El racismo discrimina, niega las relaciones, introduce amenazas en los pensamientos y comportamientos diversos. Para los defensores de la raza italiana, África aparece como una amenaza pavorosa y el Mediterráneo es el mar que, simultáneamente, separa y une. Por esto, los racistas sostienen que no existe una "común raza mediterránea". Para rechazar todavía más a África, los científicos racistas levantan una barrera contra "semitas" y "camitas", que son con los que podemos entrar más fácilmente en contacto. La ciencia a señalado que uno existe una clara distinción genética entre los mediterráneos de Europa (occientales) y los de otra parte, orientales y africanos. Desde el punto de vista paleontológico y genético, están absolutamente demostradas las teorías que sostienen el origen africano de los pueblos de la tierra, comprendidos todos en una única raza.
 
IX. Los judíos italianos son simultáneamente judíos e italianos. Los judíos, como todos los pueblos migrantes (nadie emigra a partir de una libre opción, sino que muchos lo son por necesidad) se han esparcido por el Mundo y han formado parte de diversas culturas, manteniendo a la vez su propia identidad de pueblo y religión. Así sucedió, por ejemplo, con los armenios, con los mismos italianos emigrantes y así está ocurriendo con los migrantes de ahora: africanos, filipinos, chinos, árabes de diversos países, pueblos pertenecientes al Este europeo o a Sudamérica, etc. Todos estos pueblos tuvieron la dolorosa necesidad de emigrar, pero también la suerte -en los mejores casos- de enriquecerse uniendo su cultura a la de quienes les dieron hospitalidad, enriqueciéndose igualmente, sin anular, cuando fue posible, ni la una ni la otra.
 
X. La ideología racista está basada en el temor de la "alteración" de la propia raza, aunque ser "bastardos" represente un bien. Es totalmente ciega con respecto al hecho de que muchas sociedades reconozcan que casarse fuera, incluso con los propios enemigos, está bien porque saben que las alianzas son más preciosas que las barreras. Por lo demás, en los humanos los caracteres físicos se alteran mucho más por las condiciones de vida que por la selección, ya que las características psicológicas de los individuos y los pueblos no están escritos en sus genes. El mestizaje cultural es la base fundante de la esperanza de progreso que se deriva de la constitución de la Unión Europea. Una Italia racista que se fragmentase en "etnias" separadas, como ha ocurrido en la ex Yugoslavia, sería devastada y devastante ahora y en el futuro. Las consecuencias del racismo son realmente epocales: significan la pérdida de cultura y de plasticidad, homicidio y suicidio, de fragmentación e implosión, incontrolables porque están originadas por la repulsa indiscriminada hacia quienes se consideran los "otros" y no "nosotros".
 
Firmantes:
 
Rita Levi Montalcini. Neurobióloga. Premio Nobel de Medicina.
Enrico Alleva, Docente di Etologia, Istituto Superiore di Sanità, Roma
Guido Barbujani, Docente di Genetica di popolazioni, Università
Ferrara Marcello Buiatti, Docente di Genetica, Università di Firenze
Laura dalla Ragione, Psichiatra e psicoterapeuta, Perugia
Elena Gagliasso, Docente di Filosofia e Scienze del vivente, Università La Sapienza, Roma
Massimo Livi Bacci, Docente di demografia, Università di Firenze
Alberto Piazza, Docente di Genetica Umana, Università di Torino
Agostino Pirella, Psichiatra, co-fondatore di Psichiatria democratica, Torino
Francesco Remotti, Docente di Antropologia culturale, Università di Torino
Filippo Tempia, Docente di Fisiologia, Università di Torino
Flavia Zucco, Dirigente di Ricerca, Presidente Associazione Donne e Scienza, Istituto di Medicina molecolare, CNR , Roma

CONTRA EL CHARLATANISMO ACADÉMICO

Publicado: 13 de agosto, 2008 en Anarkías
Por Mario Bunge

A comienzos de la Edad Moderna, Rabelais, Bacon, Quevedo y otros se burlaron eficazmente de supersticiones tales como la astrología, la cartomancia y la necromancia. ¡Cómo se sorprenderían si vieran que hoy hay cátedras universitarias ocupadas por charlatanes similares, así como revistas y editoriales universitarias que publican sus disparates!

Esos viejos autores se escandalizarían si viesen que hoy uno puede doctorarse con una tesis escrita en la jerigonza incomprensible de una escuela esotérica, tal como el existencialismo o el descontruccionismo, o con una diatriba «postmoderna» contra la razón, la ciencia, la técnica o la posibilidad de hallar la verdad, o una disertación en favor del «pensamiento débil», o sea, carente de rigor.

También les escandalizaría a los fundadores de la modernidad comprobar que hoy hay profesores que simulan hacer ciencia, cuando de hecho sólo imitan el aspecto exterior de la misma, al par que otros simulan hacer filosofía cuando de hecho practican ideología o incluso mera prestidigitación verbal.

Otrora los impostores intelectuales tenían que ganarse su modesto pasar en la calle, donde sólo embaucaban a los que no podían pagarse una educación universitaria. Hoy pueden cobrar sueldos decorosos y embaucar a jóvenes incautos que asisten a centros universitarios creyendo que van a aprender conocimientos sólidos.

En otras palabras, en nuestras universidades no sólo hay científicos, técnicos y humanistas, sino también adversarios y malos imitadores de los mismos. A continuación exhibiré una muestra al azar de estos enemigos de ambas clases, y al final diré que medidas creo que hay que tomar para detener esas estafas culturales.

Ejemplo 1: La sociología fenomenológica, inspirada en la filosofía fenomenológica de Husserl. Según esta escuela, iniciada por Alfred Schuetz y continuada por los enometodólogos, no puede haber ciencia social propiamente dicha. No puede haberla porque la realidad social no existe de por sí, sino que es construida por el sujeto. De modo que, si por mi fuera, no habría guerras ni desocupación. Las consecuencias metodológicas son obvias: (a) el científico social no necesita hacer trabajo de campo, y (b) no puede haber verdades objetivas acerca del mundo social ni, por lo tanto, debates racionales sobre lo que sucede y sobre lo que habría que hacer. ¡Qué cómodo!

Ejemplo 2: La escuela de Francfort o teoría crítica, síntesis de hegelianismo, paleomarxismo y psicoanálisis. Esta escuela, a la que pertenecieron Adorno, Marcuse y Habermas, afirma que la ciencia y la técnica no son sino armas de dominación del capitalismo. Consecuencia práctica: quien desee combatir al capitalismo debe empezar por rechazar la ciencia y la técnica. ¡Qué felices serían los capitalistas si todos sus críticos fuesen tan obtusos como para prescindir de los hallazgos de las ciencias sociales!

Ejemplo 3: La teoría feminista radical. El feminismo político es el admirable movimiento que persigue la emancipación de la mujer. El feminismo académico es la industria que rechaza todo el conocimiento científico obtenido hasta ahora, por considerarlo una herramienta de dominación masculina: la verdad tendría sexo. Algunas empresarias de esta industria sostienen que la ciencia masculina deberá ser sustituida por una ciencia femenina (pero aún no se han puesto a la tarea, seguramente porque la guerra contra la «ciencia androcéntrica» les absorbe toda la energía). Otras, más radicales, o acaso más perezosas, afirman que toda ciencia, empezando por la lógica, es «falocéntrica» y por lo tanto enemiga de la mitad de la especie humana. ¡Desdichadas las militantes que se dejan engañar por esta industria que desacredita la noble causa feminista!

Hasta aquí tres ejemplos, entre muchos, de anticiencia académica. Hay muchos más. Y numerosas universidades prestigiosas, como Harvard y la Sorbona, ofrecen cursos sobre tales cuentos irracionalistas.

Pasemos ahora a la seudociencia académica, o sea, la que se enseña en universidades. Omitiré esta vez el psicoanálisis, la más divertida y lucrativa de las seudociencias, para no repetirme. No mencionaré sino tres ejemplos extraídos de los estudios sociales recientes.

Ejemplo 1: Probabilidades en derecho. Una nueva escuela jurídica norteamericana, nacida hace tres décadas, dice emplear el concepto de probabilidad para medir la credibilidad de litigantes y testigos, así como la posibilidad de que un jurado tome una decisión acertada. Pero la probabilidad propiamente dicha, o sea, la matemática, es totalmente ajena a los pleitos, porque la probabilidad mide el azar, y los pleitos, por accidentados que sean, no son aleatorios sino que, por el contrario, están dirigidos (bien o mal). En el mejor de los casos, la jurisprudencia probabilista da una apariencia científica a un argumento jurídico ordinario. En el peor de los casos, conduce al error judicial porque las «probabilidades» en cuestión son subjetivas y, por lo tanto, arbitrarias. ¡Ojo a la probabilidad jurídica, porque pone en peligro a la familia, la propiedad y aun la vida!

Ejemplo 2: Teoría del caos en politología. La teoría del mal llamado caos está de moda. Tanto que se considera de buen tono hablar de ella aun cuando no se entienda su meollo matemático (ciertas ecuaciones diferenciales no lineales). Por ejemplo, el conocido politólogo norteamericano James R. Rosenau sostiene que la inestabilidad y turbulencia política son similares a las inestabilidades y torbellinos de los fluidos, y que satisfacen la teoría del caos. Pero no se toman la molestia de escribir ecuaciones ni, menos aún, de resolverlas y contrastarlas con datos empíricos. ¡Desconfíese de toda mención de teorías matemáticas que no sea avalada por investigaciones matemáticas!

Ejemplo 3: Sociología constructivista-relativista de la ciencia. Esta escuela sostiene que todos los objetos que estudia la ciencia, sean moléculas, planetas o enfermedades, son hechos culturales y, más precisamente, construcciones de las comunidades científicas. Por añadidura, estás construcciones serían convencionales. O sea, no habría hechos en sí mismos ni, por consiguiente, verdades objetivas. Más aun, todo enunciado científico, aunque pertenezca a la matemática abstracta, tendría un contenido social. ¿Pruebas? No hacen falta, ya que la verdad es convencional. Basta que dos o más investigadores (o seudoinvestigadores) negocien un acuerdo para que nazca un hecho científico. Y basta que venga un grupo rival, más poderosos que el primero, para que dicho hecho deje de serlo. ¿Disparate obscurantista que aleja a los jóvenes incautos del estudio de la ciencia y de la técnica? Desde ya, pero ahora promulgado desde numerosas cátedras universitarias.

¿Qué hacer ante la embestida de los bárbaros contra la razón y la ciencia? Esta es la pregunta que nos formulamos los asistentes a un simposio internacional que se reunió recientemente en la Academia de Ciencias de Nueva York. Este simposio, titulado «La huida de la ciencia y de la razón», fue convocado por el matemático Normal Levitt y el biólogo Paul R. Gross, inquietos ante la creciente popularidad de la anticiencia y de la seudociencia en las universidades norteamericanas.

Hubo consenso en que es preciso intensificar la crítica racional de todas las modas antiintelectuales y seudointelectuales. Yo fui un poco más lejos y propuse que, además, se adopte la «Carta de los Derechos y Deberes del Profesor» que expongo a continuación:

1. Todo profesor tiene el derecho de buscar la verdad y el deber de enseñarla.

2. Todo profesor tiene tanto el derecho como el deber de cuestionar cuanto le interese, siempre que lo haga de manera racional.

3. Todo profesor tiene el derecho de cometer errores y el deber de corregirlos si los advierte.

4. Todo profesor tiene el deber de denunciar la charlatanería, sea popular o académica.

5. Todo profesor tiene el derecho de discutir cualesquiera opiniones heterodoxas le interesen, siempre que esas opiniones sean discutibles racionalmente.

6. Ningún profesor tiene el derecho de exponer como verdaderas opiniones que no puede justificar, ya por la razón, ya por la experiencia.

7. Nadie tiene el derecho de ejercer a sabiendas una industria académica.

8. Nadie tiene el derecho de ejercer a sabiendas una industria académica. Todo cuerpo académico tiene el deber de adoptar y poner en práctica los estándares más rigurosos que se conocen.

9. Todo cuerpo académico tiene el deber de adoptar y poner en práctica los estándares más rigurosos que se conocen.

10. Todo cuerpo académico tiene el deber de ser intolerante tanto a la anticultura como a la cultura falsificada.

En resumen: tolerancia al error, pero intolerancia a la impostura, sobre todo cuando esta es costeada por el contribuyente. Es urgente adoptar semejante intolerancia, porque los enemigos de la ciencia y de la razón no sólo las están atacando desde fuera, sino también desde dentro de los establecimientos de investigación y enseñanza. Lo hacen amparándose en una libertad académica mal entendida. Digo «mal entendida» porque originariamente dicha libertad se ganó para proteger la búsqueda de la verdad, no para impedirla con la consigna «Todo Vale».

LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LA AMAZONÍA

Publicado: 17 de junio, 2008 en Anarkías
 
Declaraciones de Cristovão "Chico" Buarque
 
No todos los días un latino, en este caso un brasileño, les da una buena y educadísima bofetada a los estadounidenses. Durante un debate en una universidad estadounidense, el 23 de octubre del 2000, el ex gobernador del Distrito Federal y ex ministro de Educación de Brasil, Cristóvão "Chico" Buarque, fue interrogado sobre qué pensaba de la internacionalización de la Amazonia, una tesis sostenida por los círculos de poder de Washington. El joven que hizo la pregunta dijo que esperaba la respuesta de un humanista y no la de un brasileño. Esta fue la respuesta:
 
"Realmente, como brasileño, sólo hablaría en contra de la internacionalización de la Amazonía. Por más que nuestros gobiernos no cuiden debidamente ese patrimonio, él es nuestro. Como humanista, sintiendo el riesgo de la degradación ambiental que sufre la Amazonía, puedo imaginar su internacionalización, como también de todo lo demás, que es de suma importancia para la humanidad.
 
Si la Amazonía, desde una ética humanista, debe ser internacionalizada, internacionalicemos también las reservas de petróleo del mundo entero. El petróleo es tan importante para el bienestar de la humanidad como la Amazonía para nuestro futuro. A pesar de eso, los dueños de las reservas creen tener el derecho de aumentar o disminuir la extracción de petróleo y subir o no su precio.
 
De la misma forma, el capital financiero de los países ricos debería ser internacionalizado. Si la Amazonía es una reserva para todos los seres humanos, no se debería quemar solamente por la voluntad de un dueño o de un país. Quemar la Amazonía es tan grave como el desempleo provocado por las decisiones arbitrarias de los especuladores globales. No podemos permitir que las reservas financieras sirvan para quemar países enteros en la voluptuosidad de la especulación.
 
También, antes que la Amazonía, me gustaría ver la internacionalización de los grandes museos del mundo. El Louvre no debe pertenecer sólo a Francia. Cada museo del mundo es el guardián de las piezas más bellas producidas por el genio humano. No se puede dejar que ese patrimonio cultural, como es el patrimonio natural amazónico, sea manipulado y destruido por el sólo placer de un propietario o de un país. No hace mucho tiempo, un millonario japonés decidió enterrar, junto con él, un cuadro de un gran maestro. Por el contrario, ese cuadro tendría que haber sido internacionalizado.
 
Durante ese encuentro, las Naciones Unidas estuvo realizando el Foro Del Milenio, pero algunos presidentes de países tuvieron dificultades para participar, debido a situaciones desagradables surgidas en la frontera de los EE.UU. Por eso, creo que Nueva York, como sede de las Naciones Unidas, debe ser internacionalizada. Por lo menos Manhattan debería pertenecer a toda la humanidad. De la misma forma que París, Venecia, Roma, Londres, Río de Janeiro, Brasilia… cada ciudad, con su belleza específica, su historia del mundo, debería pertenecer al mundo entero.
 
Si EEUU quiere internacionalizar la Amazonía, para no correr el riesgo de dejarla en manos de los brasileños, peruanos, colombianos, ecuatorianos, bolivianos, etc., internacionalicemos todos los arsenales nucleares. Basta pensar que ellos ya demostraron que son capaces de usar esas armas, provocando una destrucción miles de veces mayor que las lamentables quemas realizadas en los bosques de nuestra selva.
 
En sus discursos, los actuales candidatos a la presidencia de los Estados Unidos han defendido la idea de internacionalizar las reservas forestales del mundo a cambio de la deuda. Comencemos usando esa deuda para garantizar que cada niño del mundo tenga la posibilidad de comer y de ir a la escuela. Internacionalicemos a los niños, tratándolos a todos ellos sin importar el país donde nacieron, como patrimonio que merecen los cuidados del mundo entero.
 
Mucho más de lo que se merece la Amazonía. Cuando los dirigentes traten a los niños pobres del mundo como Patrimonio de la Humanidad, no permitirán que trabajen cuando deberían estudiar; que mueran cuando deberían vivir. Como humanista, acepto defender la internacionalización del mundo; pero, mientras el mundo me trate como brasileño, lucharé para que la Amazonia, sea nuestra. ¡¡¡Solamente nuestra!!!"
 
Estas declaraciones fueron publicadas en periódicos estadounidenses "New York Times", "Washington Post", "USA Today" y en los mayores diarios de Europa y Japón. En Brasil y el resto de Latinoamérica, esta reflexión no fue publicada, salvo en pocos medios y páginas on-line. Ayudemos a divulgarlo. Piensa en tu responsabilidad y compromiso con el medio ambiente.

PLANES

Publicado: 28 de May, 2008 en Anarkías
 
– Tenemos que planear.
– Planear qué?
– El futuro. Hacia donde vamos. Qué queremos. Cómo lo queremos.
– Ah! eso!
– ¿Por qué respiras tan tranquilo? ¿No te agobia?
– Pues no, porque llegará. No quieras tener todos los hilos en la mano.
– Pero al menos tener los más que pueda en mi poder, bajo control: Ahorros, seguros médicos, de vida, de estudios, de casa, de auto…
– Te aseguras demasiado.
 
Así continuó la conversación. Y a mí me dejó con la pregunta. ¿Por qué planear? ¿Es algo tan necesario? ¿No podríamos esperar a que suceda, lo que deba suceder? En medio de estas reflexiones, me encontré con un espectacular (anuncio) que decía: "La vida es aquello que nos ocurre cuando estamos planeando". Consideré que ahí estaba mi respuesta. Tengo que vivir el ahora, el hoy… cada día con sus propias preocupaciones. No sabemos si el futuro nos llegará.
 
¿Quieres hacer reir a Dios? Cuéntale tus planes.