Publicado: 5 de marzo, 2024 en Sin categoría

En estos tiempos tan apocalípticos que vivimos la gente se pregunta frecuentemente como pueden irse del planeta, es por ello que ensayé una serie de instrucciones para conseguirlo de la manera más eficiente.

CÓMO IRSE DEL PLANETA TIERRA

1. Llame por teléfono a la NASA. Su número de teléfono es (202) 358-0001. Expliquen que es muy importante que Ud. salga lo más pronto posible.

2. Si no cooperan, llame a algún amigo que pueda tener en la Casa Blanca (marque el (202) 456-1111) para que les diga algo a su favor a los tipos en la NASA.

3.  Si no tiene amigos en la Casa Blanca, llame a la Unión Europea (llame ya al 003222999696) Ellos tampoco tienen amigos allí, (por lo menos, ninguno de los que puedan hablar), pero parecen tener un poco de influencia, por lo tanto también podría probar.

4. Si eso tambien falla, llame al Papa para que le dé algún consejo. Su número telefónico es +39.06.69883414, y me imagino que sus conexiones son infalibles.

5.  Si todos esos intentos fallan, detenga un platillo volador que pase y explique que es vitalmente importante que Ud. se vaya antes de que llegue su cuenta telefónica.

LA DROGAÍNA Y LA LOCURA

Publicado: 22 de abril, 2019 en Infinita tristeza, Mundo enfermo

Para cualquier limeño, la noche es el lado oscuro del día. Todos aquellos que por la mañana lucen saco y corbata, laptop o uniforme ad hoc, por la noche se transforman en una especie de Mr. Hide variopinto y etéreo; los hay que muestran sus miserias o sus momentos más tristes, o una euforia desmedida, dependiendo de la cantidad de alcohol en las venas (u otras sustancias). En términos genéricos, bajo sus efectos unos se muestran nostálgicos, otros violentos, los gays sin pudor alguno, las mujeres mucho más tímidas, como pensando “dios mío, que no se me note”, los cincuentones de burdel bastante aburridos, y un largo etcétera. Luego están esos canallas que tratan de arrastrarte a su fiesta particular, de llevarte con ellos, con ese estúpido concepto que da el alcohol de pensar que todos los demás también están o deberían de estar igualmente borrachos; o los hijos de puta que, para no sentirse solos, tratan de invitarte a una raya ahí mismo, delante de medio mundo. A todos ellos les digo que no, por supuesto. Que cada uno se coma sus propias miserias.

Estoy cansado de ver el desfase que provoca el exceso. Demasiados vómitos, demasiados ojos inyectados en sangre, peleas, lágrimas. No sabemos divertirnos sin estimulantes. Ni se nos pasa por la cabeza un viernes por la noche sin el vaso de marras en la mano, o sin el paquetito de rigor. Queremos experimentar sensaciones nuevas sin haber siquiera disfrutado por un momento de las viejas. Vivimos deprisa y no nos enteramos de nada porque en realidad, en lo más profundo, no nos soportamos. Vivimos muertos de miedo.

El reciente caso de las Tablas de Sarhua que, aparte de la evidente ignorancia de todos los que acusaron a estos testimonios artísticos de proterroristas, ilustra la plaga de la corrección política, una moda que hace mucho está invadiendo diversas esferas del mundo, constituyendo una asfixiante censura que, en no pocas ocasiones, provoca dramas absurdos perfectamente evitables. Lo peor, con todo, es que está condenando a la sociedad al oscurantismo, a la ignorancia.

El irresistible avance de la corrección política es una señal muy potente que nos advierte de la infantilización de la sociedad occidental. La corrección política es producto de ese pensamiento infantil que cree que el monstruo desaparecerá con solo cerrar los ojos. Pero el proceso de maduración personal consiste justamente en lo contrario, en descubrir que el mundo no es siempre bello ni bueno, en la toma de conciencia de que el mal existe, en llegar a aceptar y encajar la contrariedad, el sufrimiento. Y, por supuesto, en aprender a rebatir los criterios opuestos. En su esfuerzo por hacer sentir a todas las personas cómodas y seguras, a salvo de cualquier potencial shock, se está sacrificando la credibilidad y el rigor del discurso intelectual, remplazando la lógica por la emoción y la razón por la ignorancia. En definitiva, están impidiendo que los ciudadanos maduren.

Desde el punto de vista conceptual, la corrección política es incongruente, cae por su propio peso. Dado que no todo el mundo opina igual ni posee la misma sensibilidad, no es posible separar con rigor lo que es ofensivo de lo que no lo es, establecer una frontera objetiva entre lo políticamente correcto y lo incorrecto. Hay personas que no se ofenden nunca; otras, sin embargo, tienen la sensibilidad a flor de piel. La ofensa no está en el emisor sino en el receptor. Así, en la práctica, es la autoridad quien acaba dictaminando lo que es políticamente correcto y lo que no. Y lo hace, naturalmente, a favor del establishment y de los grupos de presión mejor organizados.

Como ya dije, la corrección política es una forma de censura, un intento de suprimir cualquier oposición al sistema. Y es además ineficaz para afrontar las cuestiones que pretende resolver: la injusticia, la discriminación, la maldad. No es más que un recurso típico de mentes superficiales que, ante la dificultad de abordar los problemas, la fatiga que implica transformar el mundo, optan por cambiar simplemente las palabras, por sustituir el cambio real por el lingüístico.

Hay mucha gente en el mundo que, al parecer, carece de la madurez emocional o de la capacidad intelectual para escuchar una opinión que se aparte de sus convicciones sin considerarla un insulto personal. Al poner los sentimientos por encima de los hechos, de las razones, cualquier opinión válida puede ser desactivada tachándola de racista, sexista, discriminatoria o terrorista. Puede que a estas personas la corrección política les haga sentirse más cómodas, pero a costa de instaurar la cultura del miedo en los demás.

Renunciar al libre discurso, al libre pensamiento, para evitar herir la sensibilidad de alguien es peor que estúpido: es peligroso porque pone en cuestión los principios de la democracia. Debemos ser respetuosos con todo el mundo, por supuesto. Pero también expresar con libertad nuestras ideas y argumentos. Si alguien se molesta, se rasga las vestiduras, es muy probable que esté mostrando así su talante inmaduro, su carácter infantil e intolerante. Lo advirtió George Orwell en su novela 1984: “La libertad es el derecho de decir a la gente aquello que no quiere oír”.

DISCLAIMER:

Para comprender mejor la historia y el significado de las Tablas de Sarhua (además del arte popular ayacuchano), les recomiendo dos lecturas: «Las tablas de Sarhua: Arte, violencia e historia en el Perú» de Moisés Lemlij y Luis Millones y «Cajones de la memoria. La historia reciente del Perú a través de los retablos andinos» de Makena Ulfe, que lo pueden descargar aquí: http://bit.ly/2Dy68YN

Post escrito originalmente para Estación Atocongo: https://estacionatocongo.wordpress.com/2018/01/27/las-tablas-de-sarhua-o-como-la-correccion-politica-nos-esta-volviendo-ninos

A raíz del condenable asesinato de una menor de edad a manos de un, a todas luces, psicópata, tenemos una vez más tenemos el mismo viejo, improductivo y populista debate con los mismos actores de siempre: ¿debemos reinstaurar la pena de muerte?

Una vez más, a raíz de la reciente propuesta de algunos congresistas, se calienta el escenario público con el debate sobre la pena de muerte para los violadores de menores. Lo primero por tener en cuenta es que no hay novedad en el tema. Como suele ocurrir con los asuntos de gran impacto emocional y que además involucran principios fundamentales y posiciones éticas –el aborto, la eutanasia y los derechos humanos, entre otros–, la polémica es interminable. 

Investigaciones realizadas por una organización seria como Amnistía Internacional han demostrado con sólidos argumentos que la pena de muerte no es un disuasivo.

Amnistía Internacional (AI) ha instado a todos los gobiernos a abolir la pena de muerte porque “no existe ni una sola prueba fehaciente de que sea un factor disuasorio” para delincuentes y criminales y solamente “se usa con fines políticos”. Para conmemorar el Día Mundial contra la Pena de Muerte, AI ha publicado el informe titulado “Not Making Us Safer”: https://www.amnesty.org/download/Documents/8000/act510022013en.pdf, en el que pone de relieve la ausencia de pruebas que respalden la afirmación de que la pena de muerte reduce los delitos graves. La organización humanitaria ha denunciado que “una minoría de países ha reanudado o prevé reanudar las ejecuciones, a menudo como reacción visceral a unos índices de delincuencia elevados o en aumento, o ante asesinatos especialmente atroces”. AI ha mencionado los casos de India, Canadá y Trinidad y Tobago, donde se ha demostrado que “no hay ninguna correlación”:

  • En India, el índice de asesinatos se ha reducido un 23 por ciento en los últimos diez años, y no hubo ejecuciones desde 2004.
  • En Canadá, el índice de homicidios disminuyó en los años posteriores a la abolición de la pena de muerte en 1976.
  • Un estudio reciente realizado en Trinidad y Tobago concluyó asimismo que no había ninguna correlación entre ejecuciones, encarcelamiento y delincuencia.

“Los políticos deben dejar de actuar para la galería y mostrar liderazgo en materia de seguridad pública. Deben dejar de presentar la pena de muerte como una solución rápida para reducir los elevados índices de delincuencia y abordar los problemas del sistema de justicia penal”, ha instado.

AI ha argumentado que “se ha demostrado que una actuación policial efectiva, unos sistemas de justicia penal operativos y las mejoras en la educación y en los niveles de empleo son claves para reducir los índices de delincuencia”. “Las víctimas de la delincuencia merecen justicia, pero la pena de muerte no es la respuesta. Reanudar las ejecuciones para aparentar dureza frente a la delincuencia es someter la vida de las personas a las conveniencias políticas”, ha expresado.

AI ha reiterado que se opone a la pena de muerte “en todos los casos sin excepción, con independencia de la naturaleza y de las circunstancias del delito; de la culpabilidad, inocencia u otras características de la persona; y del método empleado por el Estado para realizar la ejecución”.

Para quienes no creemos en esta opción, más allá de las razones éticas que fundamentan el abolicionismo, subsiste la grave objeción relativa al error o arbitrariedad judicial. Vale recordar la Comisión Lanssiers, una comisión especial creada para liberar a más de 800 peruanos inocentes injustamente condenados por terrorismo.

No se trata de justificar crímenes tan repugnantes como las violaciones de menores seguidas de muerte. Sin embargo, ello no puede llevar a que el ánimo de venganza o el temor (exacerbados por la prensa amarilla y campañas mediáticas) justifiquen la adopción de medidas que –más allá de su inviabilidad jurídica– no solo no resuelven el problema de fondo, sino que, por el contrario, incrementan la nefasta estadística de los muertos inocentes.

¿Arrebato emocional? ¿Populismo oportunista? ¿Táctica distractiva? ¿Simplemente ignorancia? Un poco de memoria y seriedad no nos vendría nada mal.

Resultado de imagen para SIGUE SIGUE SPUTNIK

Qué divertido es jugar con el YouTube, ¿verdad? Se pasa uno ahí días y noches enteras buscando la canción de Mazinger Z que le marcó de por vida, el vídeo viral de moda de esta semana o subiendo sus videoperformances caseras con la esperanza de que algún cazador trastornado de trendings topics lo descubra y pueda malgastar el resto de su vida alardeando ser un autor multimedia. Acéptenlo, es el pan electrónico de cada día.

Pues así andaba yo un día, deambulando por el YouTube en vez de limpiar el baño o escribir para el blog, cuando se me ocurrió buscar mis vídeos musicales favoritos, esos que me habían marcado como persona y como proyecto de tipo friki que no tiene ya nada de qué hablar con sus semejantes. Antes de que mis neuronas llegaran a algún tipo de decisión consensuada, mis dedos por su lado ya estaban escribiendo las palabras mágicas: «21st Century Boy, Sigue Sigue Sputnik«.

Si queda por ahí alguien al que se le active alguna conexión nerviosa después de leer ese extravagante nombre (para mí, uno de los mejores de la historia del rock, sacado de una banda callejera de Moscú mencionada en el International Herald Tribune, que global todo) recordará vagamente a unos tipos raros con ropa interior en la cabeza, protectores de kickboxing encima de pantalones de látex y los mohawks más altos y oxigenados que uno pueda imaginarse, el kitsch glam extremo hecho vídeo (exceptuando al guitarrista Neal X cuando iba de traje y corbata de brillantes hecho un anís, digno heredero del primer Little Richard). En fin, los ochenta en su máxima expresión, aquellos ochenta que todo el mundo vuelve  a amar gracias a las series de Netflix pero que yo recuerdo con un irresistible aroma retrofuturista a plastic age.

«El secreto de la genialidad de Sigue Sigue Sputnik: tres acordes, sintetizadores de un millón de dólares, poner a la gente de los nervios».

Libreto interior de Dress for Excess

SSS era la criatura de Tony James, antiguo cerebro junto a Billy Idol de Generation X, el grupo inventor, con perdón de los Buzzcocks, del pop punk. Una vez marchado Idol a disfrutar de la vida loca rockera de Los Ángeles (o sea, atiborrarse de mujeres y drogas), Tony, cerebro privilegiado y visionario, después de atiborrarse de discos de los iluminados del tecno-punk Suicide, puso las neuronas a trabajar para crear el grupo definitivo, la banda más grande que habría visto la Tierra, un monstruo multimedia que daría forma al futuro, el Producto Definitivo, la quinta generación del rock and roll (todavía no sé cuáles fueron las cuatro anteriores, pero bueno).

De acuerdo con la tendencia imperante desde las últimas décadas del siglo pasado, la imagen y sobrecarga de estímulos visuales serían la parte fundamental del concepto, Tony no se amilanaba en afirmar que «la música no es más que la banda sonora de los vídeos». Así, decidió que SSS sería un grupo de superhéroes glam que vivirían en un mundo a medio camino entre como se imaginaba el futuro en los ochenta y la película porno de lujo: contaminación visual de anuncios, vídeos, fragmentos de películas y pantallas de televisor por todas partes, la omnipresencia de tecnología rozando el tecnofetichismo (es agradable ver en vídeos del año 1986 la fascinación que tenían por Japón, jugueteando con teléfonos celulares, cámaras de vídeo, minitelevisores, minirreproductores de audio o lamiendo un cd), gráficos computarizados de ocho bits, la ultraviolencia de mentira, la descontextualización de icónicos símbolos políticos (la hoz y martillo que lucía Neal en su guitarra, la apología irónica del capitalismo futurista), la guerra fría, la proliferación de las armas nucleares y la reaganiana fascinación por las armas de gran calibre como metáforas de pulsiones sexuales reprimidas (sencillamente alucinante, ni Ballard, la memorable la portada del single de Sex Boom Boogie: una ristra de consoladores que a primera vista asemejan un cargador de fusil). El cine basura de todo un John Waters, la ciencia ficción (desde la recurrente Blade Runner hasta los cómics de American Flagg! de Howard Chaykin), y el libre mercado entendido como arma subversiva en buenas, o mejor dicho, malas manos (en la Sputnik Corporation cabían proyectos multimedia desde el canal de TV hasta la ropa, los juegos de computadora, el cine, la inversión inmobiliaria, los zapatos de taco aguja para hombres, en fin, de todo). Y como cerecita la siempre imprescindible manipulación mediática que tan buenos resultados les había dado a los Sex Pistols unos años antes. Se puso en marcha una demencial campaña publicitaria en la que James no dudaba en declarar que su intención era desplumar a todo el mundo con un grupo de seudo artistas incapaces de tocar ni una nota; «puedes enseñar a cualquiera a tocar la batería, pero no puedes enseñarle a ser una estrella». Con fantasmadas como ésta se ganaron el creciente resentimiento de la crítica más seria y un contrato por un millón de libras con EMI sin tener apenas cuarto y mitad de canciones preparadas, pero sí un par de años de inmersión en las raíces del rockabilly, ensayando únicamente canciones de Elvis y Eddie Cochran.

«El placer es nuestro negocio».

Inserto publicitario de la Sputnik Corp en Flaunt It!

Esa locura publicitaria era, en esencia, SSS; vivir todas las fantasías del rock pero al máximo («No escuchar acompañado de un adulto» rezaba una de las múltiples sentencias que plagaban el libreto del primer disco). Disfrutar de las drogas más selectas, el champán más caro, la tecnología más de vanguardia, los hoteles más exclusivos, los clubes más de moda, las limusinas más largas, el sexo de todo género y manera, mientras la Sputnik Corp. se encargaba de todo. El objetivo era destilar irónicamente la esencia del rock y el pop como hijos que son del capitalismo optimista de los cincuenta pero trasladados al sueño de los años ochenta; revolcarte sin pudor en el hedonismo en todo su exceso porque sabes que, en cualquier momento los misiles nucleares podrían estar surcando el aire. SSS venían a ser a su época lo que el porno al sexo, una fantasía salida de contexto que no tiene absolutamente nada que ver con la realidad, lujosísima y colorida, donde nadie es feo ni torpe, todo el mundo es elegante, fashion y divertido. Una fantasía donde traer de una vez a la realidad ese futuro imaginado que nunca acaba de llegar, perfecto, brillante, pulido y penetrante como un consolador lubricado. Y a mí no me importaría pasarme tres semanitas de vacaciones ahí en la Cúpula del Placer…

«Dentro de cien años entro en un club y Elvis está tocando rock and roll de tres acordes en un increíble equipo de alta tecnología. ¡¡¡Así es como quiero sonar!!!»

Libreto interior de Dress for Excess.

Y la cosa suena como un golpe de rockabilly de los años cincuenta entremezclado con Suicide, Cramps, T-Rex y unos New York Dolls en clave Mad Max. El bajo computarizado de una sola nota de Tony (aquel omnipresente chacachacachacachaca) es la guía para una batería doble que suena como un par de robots japoneses aporréandose mecánicamente. Sobre este paisaje rítmico post industrial llamean los riffs glam de Neal X, como explosiones de naves enemigas en una versión hipertecnológica de Space Invaders. Finalmente Martin Degville escupe frases cortas, absurdas e imperiosas como eslóganes publicitarios, algo así como un Bowie transexual camp atiborrado de poppers con su voz distorsionada a base de overdubs, reverbs, ecos y todos los efectos que existan en un estudio. Todo esto pasado por el tamiz de los sintetizadores de Yana Ya Ya; omnipresentes samples de música clásica y películas que iban desde La Naranja Mecánica hasta Harry el Sucio y Terminator pasando por El Precio del Poder o Rollerball. El rock and roll del futuro, la sensación de estar conectado con un cable neuronal a la red abrasándose el cerebro con información pura. El puto caos, en suma.

Eso era Flaunt It!, el impactante debut en el que todas las canciones suenan casi igual, una desquiciada sobrecarga de estímulos e información, el primer y casi único disco que se puede calificar de auténticamente cyberpunk (este disco no es sobre cyberpunk, no va de cyberpunk, no se autocalifica de cyberpunk, ES CYBERPUNK). Con aquellas letras sin sentido ninguno que manejaban la técnica del eslogan publicitario pervirtiendo su sentido original para convertirlas en propaganda y apología de la destrucción masiva, ultraviolencia, juegos de computadora, terminators, ciencia ficción, chicas Atari, sexo transexual… Con el añadido de que entre canción y canción habían incluido anuncios (L’Oréal, la revista iD, la efímera estación de televisión pirata NeTWork 21 y la tienda londinense de ropa Pure Sex se mezclan con publicidades ficticias de la Sputnik Corp y el Sigue Sigue Sputnik Computer Game) pero que le dan al conjunto un aspecto de artefacto proveniente de un futuro alternativo donde reina un capitalismo gobernado por consejos de administración en los que implacables T1000 toman las decisiones. El producto (nunca mejor dicho) es rematado por una preciosa portada remedo de la caja de un robot japonés de juguete y un abigarrado libreto plagado de parafernalia japonesa, fichas de los ídolos, publicidad, fragmentos de letras, ubicuos eslóganes…, el juguete perfecto del siglo XXI.

Resultado de imagen para sigue sigue sputnik flaunt it

«El sentido del humor es siempre esencial».

Tony James en el libreto interior de Flaunt It!

Lamentablemente nadie o casi nadie entendió la posmodernísima y artística broma conceptual. Aunque Flaunt It! vendió un millón de copias, algo que no está mal, los SSS no lograron el éxito masivo necesario para convertirse en el grupo definitivo que pretendían ser; ni canal de televisión, ni compraron la EMI, ni, lamentablemente, los hombres acabaron llevando tacos aguja a excepción de Prince, ni nada de nada. Masacrados por una crítica que les tenía ganas por (aparentemente) no tomarse en serio la música, abusar del sexo y la violencia para vender y ser un grupo prefabricado (cosas que, como todos sabemos, nunca se han dado en el mundo del pop-rock) y siendo el hazmerreír de la industria por el batacazo comercial, los Sputniks tardaron dos años en crear la continuación de Flaunt It!. El segundo disco, Dress For Excess, parecía una disculpa, el eslogan central era, irónicamente, «esta vez es la música» y en la portada lucían una cita del Neuromante de William Gibson; «la calle encuentra su propio uso para las cosas» (lamentablemente Gibson, a la hora de retratar un grupo pop en sus novelas optó por el modelo U2 en vez del visionario SSS).

Resultado de imagen para Dress For Excess

Sin duda presionados por la discográfica para sonar más comerciales y variados (incluso las letras tienen algo de sentido), Tony James traicionó sus principios para facturar un disco esquizofrénico donde chiste-canciones como Success (hecho con los productores más odiados del mundo: Stock Aitken y Waterman) se dan de golpes con cortes descartados del Flaunt It! como Hey, Jayne Mansfield Superstar. A pesar de todo, no faltan las buenas canciones: Dancerama (en otra pincelada visionaria, el vídeo de esta canción es una simpática adaptación de La Jeteé de Chris Marker, el corto de culto inspirador de los 12 monos de Terry Gilliam), Boom Boom Satellite, Super Crook Blues o M*A*D (Mutual Assured Destruction), la demencial apología de la guerra nuclear como neurosis sexual (don´t get hard in my backyard), tan profética ella que debe estar sonando día y noche en los laboratorios nucleares iraníes ahora mismo (you´ll never lost a war by being too strong, and you´re never too strong when you got the bomb).

«La historia nos dará la razón».

Página web oficial del grupo.

El golpe fue definitivo. Barridos por las volubles oleadas del mundo del pop, los SSS desaparecieron y fueron olvidados, archivados como otro fenómeno de circo de aquellos locos años, mientras los más listos carroñeaban las ideas más felices e innovadoras del grupo: el montaje multimedia, el sampleo a tutiplén, la fusión de rock, tecno y disco, la ironía, hasta la parafernalia japonesa. U2 llegaron a saquear sin vergüenza el montaje que los Sputniks realizaron en el Albert Hall del 86 para su gira del ZooTV, con aquellas pantallas lanzando eslóganes al público.

A partir de ahí fue la desbandada general, acabando el pobre Tony por ganarse las lentejas como mercenario en Sisters Of Mercy. De vez en cuando surgían ecos de los antiguos Sputniks, un disco en solitario de Martin Degville, el intento de revivir el espíritu Sputnik aunado con los grupos prefabricados de chicos en el proyecto de The Next Generation (fallido disco que sólo se publicó en Japón), etc., etc. Hasta que algo tan sputnikiano como es Internet reactivó al monstruo. El rumor de fondo de los fans que habían encontrado en Internet ese lugar idóneo donde reivindicar a sus ídolos, enterneció a James, que preparó la vuelta de la banda junto a los dos compinches que aún lo acompañaban: Degville y Neal X. El resultado son dos discos de glam futurista y uno de alienígenas versiones de Elvis, cuya aparición provocó incluso la edición de un grandes éxitos por parte de EMI. Nuevos e ingeniosos eslóganes, apología del intercambio musical por Internet, coqueteos con el electro, el dance, la culture club, giras en locales pequeños que rozaban lo insignificante, la marcha de Degville, etc., etc., en fin, lo que es un grupo al que ya se le pasó el tren y corretea desesperadamente detrás de todas las modas que se ponen al alcance. Pero aunque los discos de la nueva etapa no están del todo mal y tienen alguna canción aprovechable, su trabajo ya está hecho de sobra con Flaunt It!, el brillante artefacto que debería haber quedado como una pieza única, la burla irónica a un rock and roll que ha perdido todo el glamour y la diversión, que se toma demasiado en serio a sí mismo con sus ridículas pretensiones de autenticidad en un mundo donde el mercado, la publicidad y el dinero lo son todo. Y al final, el futuro se adelantó a SSS pero ellos lo inventaron; por fin la historia les dió la razón.

La respuesta de la líder neozelandesa a la matanza de las mezquitas desafía el discurso xenófobo global

Por Gonzalo Fanjul

“Muchos de los que esta mañana se han visto directamente afectados por este tiroteo pueden ser inmigrantes en Nueva Zelanda. Pueden ser incluso refugiados, que han elegido Nueva Zelanda como su hogar. Porque este es su hogar. Ellos son nosotros. Las personas que han perpetuado esta violencia contra nosotros no lo son. No tienen lugar en Nueva Zelanda. No hay lugar entre nosotros para estos actos extraordinarios de violencia extrema y sin precedentes”.

Ellos son nosotros. Una aseveración tan simple, que la Primera Ministra neozelandesa Jacinda Arden ha martilleado en cada intervención pública desde los atentados del 15 de marzo en Christchurch, constituye en este tiempo una declaración revolucionaria. La identidad colectiva, la que establece el derecho a pertenecer a una comunidad, no está determinada por el origen o el pasaporte del individuo, sino por su capacidad de compartir valores comunes y vivir de acuerdo con ellos. “Somos una nación orgullosa de sus más de 200 etnias –dijo después–. Pero además de esa diversidad compartimos valores comunes. Y el que hoy apreciamos por encima de todos es el de la compasión”.

Nueva Zelanda lleva años nadando a contracorriente en materia de migraciones y asilo. Sus programas de movilidad temporal (que han llegado a alcanzar al 10% de la población) han demostrado que la creatividad y la capacidad de asumir riesgos puede generar modelos infinitamente mejor gobernados que los que promueven Europa y EEUU, por ejemplo. En lo que respecta a los refugiados, la PM Arden ha sido firme en la defensa de sus responsabilidades internacionales, en claro contraste con la política bully de Australia y sus campos de internamiento.

Pero lo que ha ocurrido hoy va mucho más allá y puede tener un efecto catárquico sobre la sociedad neozelandesa y el conjunto de la comunidad internacional. La bandera del #EllosSonNosotros (#TheyAreUs) debe ser defendida como la única alternativa posible a la peste xenófoba y nacional-populista que contamina al planeta entero. El camino no es responder a las salvajadas de Vox o de Pablo Casado, o a la naturalidad con la que Rivera decide los derechos fundamentales de un ser humano en base a su condición administrativa. El camino es construir un relato completamente diferente, el que hoy ha enunciado con valentía y lucidez Jacinda Arden: ELLOS SON NOSOTROS.

Fuente: El País

Fotografía: Alberto Valderrama

No hay mejor analogía para calificar la visita del Papa Francisco a Perú que un terremoto. Valgan verdades: Francisco ha condenado las esterilizaciones masivas sin consentimiento, ha denunciado la deforestación, la minería ilegal y la trata de personas en la región amazónica. Cualquiera podría decir que, en menos de 48 horas, el Papa se ha convertido en la oposición de izquierda que el gobierno no tenía. Sin embargo, dichas denuncias han sido rebotadas tibiamente por los medios, supongo que era de esperar. No voy a negar que, más que el mismo Papa Francisco, me conmueve la reacción de la gente: personas necesitadas de esperanza, de que alguien los escuche y les diga que son dignos y merecen respeto. Fue muy motivo su encuentro con el apu etnia awajún Santiago Manuin, uno de los sobrevivientes del Baguazo. Nuestras autoridades siempre hacen todo lo contrario. Pero, hasta el día de hoy, no se ha pronunciado sobre una de las más graves denuncias en el seno de la Iglesia Católica peruana: los presuntos abusos sexuales y físicos cometidos por miembros del Sodalicio de Vida Cristiana.

Esto es necesario: se debe impartir justicia de manera inmediata, se debe buscar y alcanzar la verdad, y si es necesario se deben imponer sanciones: incluso la expulsión si hay peligro de que siga cometiendo delitos

A pesar de que el papa Francisco defendió durante su visita a Chile al obispo Juan Barros, acusado de encubrir casos de abuso sexual de menores generando un terrible malestar entre la sociedad chilena: “el día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, ahí voy a hablar”, http://bbc.in/2rrXYzP, en los últimos años el Vaticano viene recomendando que las autoridades eclesiásticas colaboren en la investigación de abusos cometidos e incluso denuncien a los sacerdotes y miembros de las órdenes religiosas implicados, porque son ciudadanos y están sujetos a  la justicia civil y porque se tratan de criminales que puedes seguir cometiendo delitos.

Para mí es claro. ¿Acaso “respetar la fe de los creyentes” implica hacerse los indiferentes frente a los graves delitos que encubre la alta jerarquía de Iglesia Católica peruana? Lo digo no solo por ellos sino también por los periodistas, al menos en Chile preguntaban algo. Acá todo es amén al Papa.

Esperemos que mañana (u hoy) Francisco condene los delitos cometidos por la cúpula sodálite. Y que todo sea en nombre de la justicia y de la verdad. Totus tuus, Francisco.

PD: Y mientras todos andan en modo Papa, ¿ya vieron que Alberto Fujimori actualizó su DNI? ¿Y si pide su pasaporte? ¿Seguiremos en modo Papa?

Post escrito originalmente para Estación Atocongo: https://estacionatocongo.wordpress.com/2018/01/20/la-papa-caliente-del-papa/

LA PAPA (CALIENTE) DEL PAPA

Publicado: 20 de enero, 2018 en Sin categoría

¡HABMUS DIURNARIUS! Una modesta colaboración de su (in)seguro servidor en Estación Atocongo.

Estación Atocongo

popeFotografía: Alberto Valderrama

No hay mejor analogía para calificar la visita del papa Francisco a Perú que un terremoto. Valgan verdades: Francisco ha condenado las esterilizaciones masivas sin consentimiento, ha denunciado la deforestación, la minería ilegal y la trata de personas en la región amazónica. Cualquiera podría decir que, en menos de 48 horas, el papa se ha convertido en la oposición de izquierda que el gobierno no tenía. Sin embargo, dichas denuncias han sido rebotadas tibiamente por los medios (supongo que era de esperar).

Más que el mismo papa, lo que me conmueve es la reacción de la gente: personas necesitadas de esperanza, de que alguien los escuche y les diga que son dignos y merecen respeto. Fue muy emotivo el encuentro de Jorge Mario Bergoglio [nombre de pila del papa] con el apu etnia awajún Santiago Manuin, uno de los sobrevivientes del Baguazo. Nuestras autoridades siempre hacen todo…

Ver la entrada original 299 palabras más

Hay que aprovechar los 25 años de la captura de Guzmán para recordar que un buen golpe de inteligencia es mucho más eficaz que miles de desapariciones, ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias, torturas y violaciones.

Pero no menos importante es recordar quién fue este nefasto personaje. Esto puede ayudar a que los jóvenes o que no tienen la menor idea de quién fue o que están pidiendo su amnistía bajen a tierra.

Guzmán fue un asesino. No hay ni un solo sector del país que no haya tenido víctimas producto del terrorismo. Él reconoce el feroz asesinato de más de 80 campesinos en la comunidad de Lucanamarca (Ayacucho, 1983). Se refiere a la posibilidad de un genocidio con total frialdad: “Al potenciarse la guerra popular tiene que darse necesariamente una elevación de la guerra contrasubversiva que va a tener como centro el genocidio y esto nos va a llevar en perspectiva al equilibrio estratégico…”.

La cita anterior proviene del panfleto que sus seguidores llamaron pomposamente “la Entrevista del Siglo”, la misma que resultó tan mediocre y aburrida que la broma fue que con razón Guzmán había decidido pasar a la clandestinidad.

En ella todo el tiempo se repetía el mismo pensamiento fundamentalista y trasnochado: “La ideología del proletariado, la gran creación de Marx, es la más alta concepción que ha visto y verá la Tierra; es la concepción, es la ideología científica que por vez primera dotó a los hombres, a la clase obrera principalmente y a los pueblos, de un instrumento teórico y práctico para transformar el mundo. Y todo lo que él previera hemos visto cómo se ha ido cumpliendo”. Mao ya había caído políticamente y estaba muerto, pero su nombre lo repite sin cesar.

Su visión del país era también alucinante: “Estamos hundiendo el capitalismo burocrático y hace tiempo socavando la base gamonal de las relaciones semifeudales que sostienen todo este armazón, al mismo tiempo golpeando al imperialismo”.

Un ególatra total. Se creía la cuarta espada después de Marx, Lenin y Mao. Este último le habría pasado la “antorcha” para que la revolución peruana fuera “faro de la revolución mundial”. “El pensamiento Gonzalo” –de él– era científico e infalible.

El Guzmán bailando “Zorba, el griego” (setiembre de 1989) habla de su mala entraña. Mientras que cientos de sus militantes mataban a miles de personas por orden suya, él se divertía.

Otro momento radiográfico de Guzmán es cuando este fue detenido sin necesidad de disparar un solo tiro, e inmediatamente mandó a acuñar la consigna “salvemos la vida del presidente Gonzalo”. A él, quien hizo que cientos de jóvenes murieran convencidos de que para ser un buen comunista “había que llevar la vida en la punta de los dedos”, ahora solo le importaba su vida. Por si fuera poco, al año de ser capturado, leyó sumisamente una carta a favor de Fujimori, pidiendo un acuerdo de paz.

Fuente: IDL