El reciente caso de las Tablas de Sarhua que, aparte de la evidente ignorancia de todos los que acusaron a estos testimonios artísticos de proterroristas, ilustra la plaga de la corrección política, una moda que hace mucho está invadiendo diversas esferas del mundo, constituyendo una asfixiante censura que, en no pocas ocasiones, provoca dramas absurdos perfectamente evitables. Lo peor, con todo, es que está condenando a la sociedad al oscurantismo, a la ignorancia.
El
irresistible avance de la corrección política es una señal muy potente que nos
advierte de la infantilización de la sociedad occidental. La corrección
política es producto de ese pensamiento infantil que cree que el
monstruo desaparecerá con solo cerrar los ojos. Pero el proceso de maduración
personal consiste justamente en lo contrario, en descubrir que el mundo no es
siempre bello ni bueno, en la toma de conciencia de que el mal existe, en
llegar a aceptar y encajar la contrariedad, el sufrimiento. Y, por supuesto, en
aprender a rebatir los criterios opuestos. En su esfuerzo por hacer sentir a
todas las personas cómodas y seguras, a salvo de cualquier potencial shock, se
está sacrificando la credibilidad y el rigor del discurso intelectual,
remplazando la lógica por la emoción y la razón por la ignorancia. En
definitiva, están impidiendo que los ciudadanos maduren.
Desde
el punto de vista conceptual, la corrección política es incongruente, cae por
su propio peso. Dado que no todo el mundo opina igual ni posee la misma
sensibilidad, no es posible separar con rigor lo que es ofensivo de lo que no
lo es, establecer una frontera objetiva entre lo políticamente correcto y lo
incorrecto. Hay personas que no se ofenden nunca; otras, sin embargo, tienen la
sensibilidad a flor de piel. La ofensa no está en el emisor sino en el
receptor. Así, en la práctica, es la autoridad quien acaba dictaminando lo que
es políticamente correcto y lo que no. Y lo hace, naturalmente, a favor
del establishment y de los grupos de presión mejor
organizados.
Como
ya dije, la corrección política es una forma de censura, un intento de suprimir
cualquier oposición al sistema. Y es además ineficaz para afrontar las
cuestiones que pretende resolver: la injusticia, la discriminación, la maldad.
No es más que un recurso típico de mentes superficiales que, ante la dificultad
de abordar los problemas, la fatiga que implica transformar el mundo, optan por
cambiar simplemente las palabras, por sustituir el cambio real por el
lingüístico.
Hay
mucha gente en el mundo que, al parecer, carece de la madurez
emocional o de la capacidad intelectual para escuchar una opinión que se
aparte de sus convicciones sin considerarla un insulto personal. Al poner los
sentimientos por encima de los hechos, de las razones, cualquier opinión válida
puede ser desactivada tachándola de racista, sexista, discriminatoria o
terrorista. Puede que a estas personas la corrección política les haga sentirse
más cómodas, pero a costa de instaurar la cultura del miedo en los demás.
Renunciar
al libre discurso, al libre pensamiento, para evitar herir la sensibilidad de
alguien es peor que estúpido: es peligroso porque pone en cuestión
los principios de la democracia. Debemos ser respetuosos con todo el
mundo, por supuesto. Pero también expresar con libertad nuestras ideas y
argumentos. Si alguien se molesta, se rasga las vestiduras, es muy probable que
esté mostrando así su talante inmaduro, su carácter infantil e intolerante. Lo
advirtió George Orwell en su novela 1984: “La libertad es el derecho de decir a la gente aquello que no quiere
oír”.
DISCLAIMER:
Para comprender mejor la historia y el significado de las Tablas de Sarhua (además del arte popular ayacuchano), les recomiendo dos lecturas: «Las tablas de Sarhua: Arte, violencia e historia en el Perú» de Moisés Lemlij y Luis Millones y «Cajones de la memoria. La historia reciente del Perú a través de los retablos andinos» de Makena Ulfe, que lo pueden descargar aquí: http://bit.ly/2Dy68YN
Post escrito originalmente para Estación Atocongo: https://estacionatocongo.wordpress.com/2018/01/27/las-tablas-de-sarhua-o-como-la-correccion-politica-nos-esta-volviendo-ninos